La guerra de dos mundos

Todo indica que la autoridad educativa subestimó la reacción de los docentes yucatecos.

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Ante la pasividad de un magisterio que, en los últimos años, ha sufrido cotidianamente los atropellos de la autoridad educativa y la falta de apoyo de sus representantes sindicales, hoy me sorprende su decisión de expresar abiertamente y sin temor alguno su rechazo a la nueva Ley General del Servicio Profesional Docente tomando las calles de Mérida y cerrando escuelas como medidas de protesta.

Todo indica que la autoridad educativa subestimó la reacción de los docentes yucatecos, ya que la marcha del sábado pasado, en donde se manifestaron más de 10 mil maestros, dejó muy claro que existen dos mundos diferentes para los cuales la reforma educativa causa efectos diferentes.

En los maestros, existe temor por la forma en que se manejará su permanencia a través de evaluaciones que al final podrían separarlos del servicio docente, y en el mejor de los casos, ser re-adscrito para continuar con otras tareas dentro de dicho servicio, conforme a lo que determine la autoridad educativa  ¿Podrá la SEP soportar la avalancha del nuevo personal administrativo? ¿Serán transferidos con todo su sueldo de maestros o bien se les pagará ahora de acuerdo con la función que desempeñen? Aunque la autoridad dice que sí, la ley nada dice al respecto.

Otro temor es la pérdida de los derechos laborales que a través de los años el maestro se ha ganado en su categoría, su paso a una función diferente lo enfrentaría a otra realidad laboral. La autoridad afirma que nada pasará. Son dos mundos y dos visiones encontradas que al final se regirán por la única Ley que muestra poca claridad y deja a la interpretación los puntos delicados.

Que los maestros serán evaluados hasta dentro de cuatro años, dice la autoridad estatal para calmar los ánimos encendidos y el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, afirmó categóricamente que será en julio de 2014. ¿Quién miente a quién? Las redes sociales se inundan de convocatorias a paros y marchas, hay temor y mucho.

La estrategia de brigadeo a las escuelas no funciona, como tampoco funcionó el utilizar a los dirigentes de los sindicatos para calmar a sus agremiados; todos han sido rebasados, resulta vergonzoso convocar a una fingida marcha en Paseo de Montejo y luego mandarlos a tratar de infiltrarse en la de las mayorías. Lo único claro es que ni con esta reforma mejorará la educación, ya que otros factores también inciden en su calidad. El tiempo nos dará la razón.

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