La informalidad del IVA

En un país como México, donde tradicionalmente se sataniza al empresario, se hace indispensable dignificar el oficio y romper con el molde estereotipado.

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Existen varias definiciones formales del quehacer empresarial y todas coinciden en características primordiales que quiero recalcar: personas que ponen en riesgo su capital para obtener utilidades y satisfacer necesidades de la población. Una vez constituido el negocio el empresario sale a competir al mercado justamente con otros que comparten la misma idea, tratando de encontrar la fórmula que les permita prevalecer y lograr sus objetivos.

El mercado manda y salvo monopolios u oligopolios vergonzantes, solamente persiste aquel emprendedor que desarrolle  las mejores ideas y productos, porque la lucha es sin cuartel. Esto implica que, a mediano plazo muchos de estos valientes individuos ven desaparecer su negocio y capital por la acción de otro competidor. Nada que asombre. Estas son reglas propias del negocio en todos los países y un valor entendido para cualquiera que acepte el reto de emprender por su cuenta una organización.

Quien critica el quehacer empresarial pensando que todos los dueños tienen grandes empresas y desconoce el número de compañías que se forman, no levanta la voz ni se rasga las vestiduras  cuando éstas desaparecen, se pierden empleos y las contribuciones a la economía inherentes a tal suceso. En un país como México, donde tradicionalmente se sataniza al empresario, se hace indispensable dignificar el oficio y romper con el molde estereotipado propio de la ignorancia. Especialmente cuando el noventa y ocho por ciento son empresas pequeñas y medianas que representan el grueso de la economía de cualquier país.

Sobre ellas recae el mayor peso y contribución al empleo formal, aportando los  recursos que permiten recaudar impuestos para que medio funcione  una sociedad mediocre que tolera y acuna doce millones de evasores fiscales, bienaventuradamente llamados por los economistas y el SAT “economía informal”.

Muchos actores de esta penosa representación que obtienen ganancias aducen para evitar pagar su contribución al ISR  que los políticos y gobernantes “se lo roban todo”  y en esa simpleza no pagan lo que en justicia deben. Parte de esta economía trasnochada que agrede al país ante el beneplácito de las autoridades fiscales será también la causante del incremento al IVA en medicinas y alimentos. A cada quien lo que corresponde. Vaya biem.

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