Peor que la jauría de Iztapalapa se le fueron encima a Mario Di Costanzo, ex miembro del gabinete legítimo en materias económicas que lo suyo, aguerrido diputado del PT encargado de dinamitar las seudoteorías sociales del calderonato, conocido personaje antisistema, solo porque aceptó pertenecer al gabinete de Peña y ponerse al frente de la Condusef, organismo dedicado supuestamente al apoyo a aquellos pobres mortales que hayan sido atracados en el sistema financiero. Institución de la que, por cierto, los mexicanos no han tenido ningún beneficio. Ciertamente cada vez que acudes a la Condusef mejor terminas pidiéndole perdón a los anatocistas nada leninistas. Para que vean el tamaño de la paradoja que no hace sino exaltar la naturaleza insólita de la mexicanidad, Di Costanzo tendrá el honor de sustituir a un humanista consumado y gran santón de la catéquesis financiera blanquiazul: Luis Pazos, quien pasara con más pena que gloria.

Y ya que hablamos de los panistas, ¿no es bonito verlos, a los pocos que quedan, preguntándose las placas del camión que los atropelló? Y lo mejor es que ninguno de ellos quiere centrar el ejercicio crítico en Jelipillo Calderón, y nomás hacen cara de Cristiano Ronaldo viendo cómo Messi se lleva por cuarta vez consecutiva el Balón de oro. Esos blanquiazules son más impopulares que los gasolinazos.

Como quiera que sea, no faltará el sospechosista que afirme, temerario, que con Chayito Robles y Di Costanzo en el PRIcámbrico temprano, lo único que falta es que el gran Noroñas termine al frente del INAPAM.

Don Mario merece respeto por el reto que se le presenta (mínimo tendrá que superar lo que haga el Inspector Bazbaz, terror del cártel de las camas y los edredones en su calidad de zar contra el lavado de dinero), sino porque en su calidad de lo que yo llamaría un infiltrado de la izquierda en el gobierno de Dorian Gel, seguramente hará hasta lo imposible por transformar al monstruo tricolor. Incluso, me atrevo a vaticinar que antes de terminada su noble misión de doble agente en las entrañas del sistema corrompido, el hombre anunciará su filiación a Morena.

Reza el viejo adagio que ser joven y no revolucionario es una contradicción hasta biológica; y que ser viejo y seguir siendo revolucionario es una estupidez. Supongo que en la tercera edad todavía hay chance de regresar a la revolución permanente.

Con razón decía Mafalda que hay que cambiar al sistema antes que éste te cambie a ti. Pero los pañales.

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