La lección de “El Poli”

Interesantes lecciones nos deja el activismo estudiantil en la Ciudad de México y en Hong Kong...

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Interesantes lecciones nos deja el activismo estudiantil en la Ciudad de México y en Hong Kong, dándonos una redimensión sobre el uso de las redes sociales en estos singulares contextos. 

Las protestas de los alumnos, maestros y simpatizantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) tuvieron el éxito que sus organizadores esperaban al obtener diálogo directo con el Gobierno Federal, gracias a que su movimiento no puso todo su peso y expectativas exclusivamente en las redes sociales, sino que las utilizaron como un herramienta más de su estrategia, como un medio para co-mu-ni-car sus inquietudes, logrando que los mexicanos conociéramos a ciencia cierta lo que buscaban, y nada más; el resto de la protesta y acciones del movimiento fueron “offline”, en la calle, y con el número suficiente de participantes para entablar diálogo con la Secretaría de Gobernación.
 
Pocos movimientos estudiantiles recientes han sabido manejar el internet como el del IPN, al grado que, sin llegar a los primeros lugares en la lista de “trending topics” del país, hizo que su movimiento repercutiera en el escenario nacional, informativamente, sin proclamaciones de ser la verdad absoluta o la solución a todos los problemas.
 
#YoSoy132 representó un dolor de cabeza para la candidatura del Partido Revolucionario Institucional en 2012, y por un tiempo fue visto como ejemplo de las protestas para las redes sociales, pero ni bien pasadas las elecciones, el movimiento cayó presa de su popularidad, no supo trascender el internet y terminó desvirtuando su legítimo reclamo de la libertad de expresión. Ahora, quien fuera su vocero, es parte de la programación regular de ForoTV, propiedad de la misma cadena televisiva a quien vilipendió en sus protestas.

La lección es sencilla pero compleja en los hechos: sin un objetivo palpable, tangible y alejadísimo de las suspicacias de la política, los movimientos creados en las redes sociales están condenados al fracaso, no mediático, pero sí, material; y esto lo podemos achacar a la psique mexicana en sí misma, tan volátil y poco comprometida con el ideal que decide apoyar, sólo mientras esté de moda, pues cuando la fuerza de la ola se pierde, muchos ya se cambiaron a la siguiente, dejando a la red social sin la base de realidad que necesita para sobrevivir. 

Del otro lado del océano Pacífico, las manifestaciones en la ex colonia británica en contra de las restricciones políticas de China, también dan ejemplo del uso de redes sociales como herramientas, y no escenario de protestas. 

Ante el bloqueo de las señales de telefonía celular, los jóvenes usaron la aplicación “Firechat”, conectando sus aparatos vía  “Wifi” y “Bluetooth”: cerrada una puerta, no abrieron la ventana, hicieron otra puerta, gracias a que el objetivo de su manifestación está en el mundo real, no en la subjetividad de la red social que fácilmente se puede apagar.  

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