La ley ciega

Es absurdo pensar que con una reforma, más administrativa que de contenidos y programas educativos, se pretenda elevar de un solo plumazo la calidad educativa en nuestro país.

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Aunque el parte oficial sobre la detención y el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo Morales hace hincapié en que se trata de un hecho puramente delictivo y no político, las manifestaciones públicas y paros de labores convocados para protestar contra la reforma educativa por parte de maestros de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chihuahua, Nuevo León, todos ellos relacionados de alguna manera con la coordinadora de maestros (CNTE) y abanicados por líderes del PRD, contradice el trillado discurso de que en México no hay intocables.

Es absurdo pensar que con una reforma, más administrativa que de contenidos y programas educativos, se pretenda elevar de un solo plumazo la calidad educativa en nuestro país, cuando a leguas se veía venir el inevitable choque entre dos viejos enemigos políticos quienes, no por casualidades del destino, quedaron parados frente a frente para resolver de una vez por todas sus viejas rencillas del pasado. El duelo, aunque presagiaba un claro derramamiento de sangre por ambos lados, terminó de un certero tiro que hizo eco entre la razón de los demás bravucones líderes sindicales.

En un principio el clamor popular se desbordó en alabanzas y adulaciones para el triunfador. El bueno había vencido a la villana. La ilusión y la esperanza de vivir en un verdadero estado de derecho levantaron los ánimos entre los trabajadores sindicalizados, quienes por décadas habían sufrido la burla y humillación de sus dirigentes.

Otros intocables debían ser llevados a la horca. Sin embargo, a casi un mes del primer acto de justicia, todo quedó igual. No sé cómo llamarle a lo que pasa con los maestros de la coordinadora: ¿Miedo de actuar? ¿Cautela? o quizás complicidad oficial para hacer, desde siempre, lo que les plazca. Y la cacareada legalidad, ¿dónde quedó? ¿Acaso a los niños y jóvenes se les puede violar impunemente su derecho constitucional a recibir educación?

Las fechorías de Napoleón Gómez Urrutia y de Carlos Romero Deschamps son simples travesuras de niños bravucones comparadas con la magnitud del daño que los maestros de la coordinadora nacional causan a la sociedad mexicana al no trabajar argumentando cualquier pretexto. Intocables, no, yo diría más bien intocados. Esperemos que el gobierno federal abra los ojos para que la ley deje de ser ciega.

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