La llamada

Estamos llamados a ser autores de nuestra vida y, esto hasta el final, porque siempre buscamos mayor plenitud.

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No hay mayor honra y gloria para Dios que el hombre, la mujer, que vive su vida con plenitud y gozo.- San Irineo, Siglo II 

Para entender que es la “llamada” hay que entender primero para quién es el “llamado”. Quien es llamado eres tú, soy yo, por eso es indispensable el conocimiento de quién soy como persona.  

Hay que saber que lo importante es “lo de dentro”. no es tanto el papel profesional o social que desempeñamos, el currículo que logramos, los bienes que acumulamos. Lo verdaderamente importante es atender al llamado del “ser profundo”, del ser personal.

Para esto, se tiene que quitar todo lo que sobra, como nuestras dispersiones, las máscaras, las inercias, las fantasías y salir de la zona de confort. 

Para vivir como personas hay que vivir comunitariamente, vivir con otros, desde otros y también para otros, entonces se deja huella, nuestra vida se hace plena y somos tierra fértil donde germina y crece la buena semilla. 

Somos personas no cosas. Las cosas son  exterioridad, en cambio la persona es exterioridad e interioridad. Nuestra exterioridad es el cuerpo, maravilloso estuche y “caja de resonancia”, pero nuestra interioridad es la inteligencia, la capacidad afectiva y la capacidad de voluntad. Ahí dentro están nuestra intimidad, nuestros ideales, nuestros valores, nuestros afectos y quereres y otras capacidades que son adquiridas: conocimientos, comportamientos, la fortaleza, la generosidad, la amabilidad, la compasión, entre muchas otras. 

La diferencia entre las cosas y las personas es que las cosas pueden estar ya acabadas, finalizadas, mientras que las personas somos seres inacabados y siempre hay que seguir construyéndonos. Estamos llamados a ser autores de nuestra vida y, esto hasta el final, porque siempre buscamos mayor plenitud. Para lograrlo no sirve cualquier camino. Hay caminos que nos realizan plenamente y otros que nos empobrecen. Y es que para hacer una “buena vida” hay que descubrir lo que le da “SENTIDO”. 

Toda persona hace su vida orientada por un PARA QUÉ. A diferencia de las cosas, la persona no es un qué, sino un quién, por eso es tan importante conocerse, pues lo que somos nos llama a responder a la realidad de alguna manera concreta. La llamada, pues, es a autoafirmarse, a ser dueño progresivamente de uno mismo, a lograr la autonomía y así seremos, cumpliendo el plan del Creador, autores y no meramente actores de nuestra vida. 

¡Ánimo! hay que aprender a vivir!

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