La maldición del bosque salado… Y su valor

Hace ocho o nueve años, tuve la oportunidad de viajar a Nicaragua...

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Hace ocho o nueve años, tuve la oportunidad de viajar a Nicaragua a dar unos cursos de capacitación sobre turismo y sustentabilidad; en aquel momento (sé que ahora las cosas han mejorado), el país seguía sumido en una profunda crisis post-dictadura que lo hacía tener niveles de vida, educación y conservación muy bajos, lo que derivaba en que su actividad económica (al menos en la capital) estaba dada por la cantidad de organizaciones de la sociedad civil nacionales e internacionales que buscaban soluciones a los principales problemas del país.

En especial, una de ellas llamó mi atención: Fundación Luciérnaga. Financiada con fondos de Bélgica, se dedica a trabajar en temas de educación ambiental con diversos ecosistemas. Una de las piezas de comunicación que más me interesó, fue un corto de 25 minutos una llamado “La maldición del bosque salado”, que hablaba del valor ecosistémico de los manglares, y de lo poco que en aquel momento se protegían por el desconocimiento de la gente.

En México, hemos avanzado mucho en temas de educación ambiental y de valorización de manglares y ecosistemas de humedales. En la actualidad, son cada vez más las personas que saben del valor de los mismos y de la necesidad de protegerlos, y de ahí la cantidad de reacciones por casos como el de Malecón Tajamar, que ha sucedido recientemente en nuestra ciudad y que le ha dado la vuelta al mundo.

Hoy, que se conmemora el Día Mundial de los Humedales, vale la pena hacer una reflexión acerca de la importancia de los mismos, la revalorización conceptual que han tenido, pero también lo mucho que falta por hacer para protegerlos, en especial en materia de valorar económicamente estos ecosistemas a nivel local, y lograr comprender que, más allá de la pérdida de una especie, o un hábitat de especies, la destrucción de estos ecosistemas hace que también perdamos dinero en materia de servicios ambientales.

¿Cuánto vale el manglar de Tajamar? ¿O el de Nizuc? ¿O el de Tulum? Son preguntas que deberíamos tener claras para tomar mejores decisiones, pero que sin embargo no tenemos. En los últimos años, diversas organizaciones han trabajado para “medir” el valor económico de los ecosistemas, para evidenciar que estos son vitales para nosotros; por ejemplo, un manglar sano protege contra tormentas y huaracanes, y su valor se determina por el hecho de que, si no se tiene, el impacto de estos fenómenos puede generar pérdidas millonarias.

Cierto que a nivel global existen estimaciones de que una hectárea de manglar presta servicios por 6,700 USD por hectárea, por año, aunque el dato es general; por otro lado, investigadores del SCRIPPS, Instituto de Oceanografía en San Diego,  han realizado estudios de valoración económica en los manglares del Pacífico, y estiman que solamente en producción de pesca, cada hectárea da beneficios por 37,500 USD por hectárea por año.

Pero los manglares de esta zona son muy diferentes a los de otras zonas del país y del mundo; no son tan valiosos en producción pesquera, pero sí lo son en materia de turismo, paisaje y protección de la costa.

Uno de los estudios que tenemos más cercanos en ecosistemas similares, y del que poco se habla, es el de la valoración de manglares y arrecifes en Belice: los manglares en nuestro país vecino, producen al año en temas de servicios ambientales relacionados a turismo, un total de entre 60 y 78 millones de dólares, en materia de pesca el valor es menos, de entre 3 y 4 millones de dólares, y en materia de protección costera, entre 111 y 167 millones de dólares.

Creo que uno de los retos a futuro, es poder conocer el valor de los ecosistemas e integrar ese valor en las estrategias de desarrollo; más allá de posiciones o visiones, solo la información real nos permitirá tomar mejores decisiones.

¿Cómo determinar el valor del Manglar de Tajamar? Bueno, ya hay quien alzó la mano y está decidiendo si realiza el primer estudio de valoración de este ecosistema en esa zona: el Programa de Liderazgo SAM del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza. ¿Qué habrá que considerar? No solo que es un manglar urbano, lotificado, alejado de la costa, que no presenta servicios ambientales en materia de pesca y, desde mi punto de vista, pocos en protección costera. También hay que considerar el valor paisajístico, el valor que tiene frente a la degradación de otros ecosistemas de la zona, e incluso, el valor social que puede tener para los cancunenses.

¿Qué arrojará el estudio? El valor de los servicios ambientales que tienen los manglares de la zona, incluyendo los que se han perdido y los que quedan; ¿para qué servirá? No tan solo para documentar el deterioro, y lo que ya hemos perdido, sino como base para mejores decisiones en el futuro, e iniciar la discusión si debemos integrar este valor en el desarrollo, y de qué forma.

Menudo reto, sin embargo, la información técnica y científica es una de las mejores vías para la toma de decisiones.

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