La mayextra vs. Los búfalos mojados del tricolor

Allá, en su cautiverio, la maestra debe sentirse más traicionada por su sucesor al verlo aceptar sin muecas la reforma educativa.

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Cuando salí de Santa Martha, válgame Dios, es lo que ha de haber venido tarareando para sus adentros doña Elba Esther en su camino a Tepepan para el chequeo de su salud, no solo instalada en la pregunta fundamental sobre qué habrá hecho para merecer esto, sino también en la reflexión sobre quién habrá de seguir en la lista de defenestrados por la administración peñista.

Y es que sería muy injusto que le echaran la culpa a ella sola de todos los males, como si muchos hombres necios que culpan a la Gordillo con razón, han sido la ocasión de lo mismo que la culpan. Digo, tanto peca el que triangula las cuotas sindicales como el que agarra de su puerquito al proletariado magisterial sin cabeza.

Cómo estará el nivel de las caricias mustias y de la culpabilidad, que para taparle el ojo al macho el nuevo líder del SNTE, Juan Díaz, fue capaz de rebajarse a ir en clase turista para ir a cumplir alguna diligencia, algún contubernio.

Ya para que estos personajes sean capaces de abrazar a la austeridad republicana para quedar bien con la tribuna que tiene el pulgar para abajo, es que sienten cerca el zumbido de la guadaña.

Lo malo de estas acciones de supuesta austeridad es que de todas maneras no van a ser valoradas. Allá, en su cautiverio, la maestra debe sentirse más traicionada por su sucesor al verlo renunciar a la vida de pachá a la que estaban acostumbrados, que por aceptar sin muecas la reforma educativa.

Digo, ya se sabe que cualquiera que ose criticar a las reformas peñistas se podría hacer acreedor a una escaneado por la Unidad de Inteligencia Financiera. Desde los pagos en los despachos contables —con table dance— hasta el redondeo en los estanquillos.

Sobre todo ahora que en las reformas al PRIcámbrico temprano en su asamblea nacional de búfalos mojados y dinosaurios en celo, entre otras maravillas que reviven las posibilidades de las ventas de garage de los tiempos salinistas (el IVA y Pemex son candidatos a recibir el Elbazo-Quinazo del debido proceso), se desmorona el concepto de la “sana distancia” entre Los Pinos y el partido.

Estábamos tan extraviados después de los doce años de panismo patuleco, que necesitábamos del resurgimiento del gran tlatoani con copete incluido, para que sea responsable del timón pero no de la tormenta.

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