La paradoja social
Cancún tiene 44 años de que se fundó un 20 de abril y con el paso de más de cuatro décadas...
Cancún tiene 44 años de que se fundó un 20 de abril y con el paso de más de cuatro décadas refleja las diferencias de ciudades como la de México en la que conviven millones de personas, con diferencias e indiferencias, coinciden y reflejan generaciones que se reproducen con las mismas injusticias.
Con cientos de años de diferencia desde que fue habitada la antigua Tenochtitlán hay semejanzas: Una zona ya casi simbólica donde se instalan desempleados en busca de emplearse en pleno zócalo de la ciudad, y ahora en Cancún hay una zona conocida como “El Crucero”; y también zonas residenciales y de alta plusvalía, con casas de millones de pesos en la zona hotelera y el primer cuadro de la ciudad, y en el Distrito Federal hay en el norte una Ciudad Satélite y en el sur, El Pedregal, por ejemplo.
Con el mismo nombre, pero El Pedregal en Cancún es una colonia irregular donde hay pequeños que caminan sin recursos, más que sus ánimos, para ir a una escuela y progresar aunque aún no sepan el significado de ello; no conocen el lujo que hay a unos kilómetros, y tampoco lo saben niños del DF, y muchos nunca lo sabrán; como menores ni siquiera conocen la arena fina de este paraíso.
Esta es una ciudad muy joven que reproduce falta de oportunidades; produce insensibilidad y repite parámetros: Catástrofes como un terremoto en el 1985 trajo consigo en la capital del país la creación de casas minúsculas, para que habitantes de vecindades las ocuparan y siguieran viviendo con las mismas características de hacinamiento.
Acá son los huracanes, pero tras esas catástrofes también vienen casas pequeñas, recursos para arreglar vías e infraestructura en beneficio de la macroeconomía, con la vida de millones bajo el mismo común denominador: La falta de oportunidades y el destino marcado de acostumbrase a lo que se es, a como se nace.
¿Será eso parte de la identidad? Parece que sí: Funda una ciudad y se llenará de esos extremos, de los que ven la oportunidad de hacer negocio y encontrar un poco de tranquilidad, alejados de ciudades más inseguras, y de los que buscan una oportunidad.
¿No sería más fácil, en lugar de hacer programas que quiten el hambre de manera asistencialista, programas que marquen un cero a la falta de oportunidades y entonces, las nuevas generaciones y las nuevas ciudades no permitan los errores que se han producido?
Si las generaciones pioneras sufren y trabajan para que las que vienen no lo hagan, y aconsejan y enseñan lo que sus malas decisiones dejaron, debe haber una perspectiva de vida más amplia, pero…
Como dijo la abuela cuando recordaba a su jefe que trabajaba en el sector público: Cuando estés ahí agarra lo más que puedas porque luego no va a haber más, y los que vengan pues ni modo, hay que caerles bien para que luego no te acusen.