La quincena de la esperanza
El día 15 los maestros deberían celebrar con su trabajo lo único a lo que deberían dedicarse: la educación.
Si los mexicanos pudiéramos hacer realidad una pequeña parte de lo que celebramos en la primera quincena de mayo seguramente tendríamos un país diferente: el día 1º el trabajo que debería ser la columna vertebral de nuestra economía se encuentra, igual que la riqueza, mal distribuido, unos pocos con mucho y muchos en pobreza extrema o yéndose al vecino país del norte; las reformas laborales serán muy buenas en el papel pero el diablo está en las ventanillas exigiendo altos impuestos y numerosos trámites a las pequeñas empresas y exentando a las grandes, protegiendo a los intereses creados e inhibiendo el desarrollo de numerosos jóvenes bien preparados que no encuentran un trabajo digno.
El 5 de mayo es la celebración de la gesta heroica quizá más gloriosa de nuestra historia por la enorme entrega y valor del ejército liberal del presidente Juárez, comandado por el general Zaragoza, que no sólo venció al orgulloso ejército francés que no quiso negociar la suspensión provisional del pago de la deuda, sino también a los traidores conservadores y mercenarios pagados por el alto clero que se unieron a los invasores para evitar la aplicación de las leyes de reforma; en la actualidad la batalla que tenemos que librar es contra la invasión extranjerizante de la globalización con la preservación y reforzamiento de nuestra identidad cultural nacional pero sobre todo la regional.
El 10 de mayo celebramos uno de los valores más arraigados y sagrados del mexicano, quizá por las razones que expone Octavio Paz en su ensayo “Los hijos de la malinche”, pero la maternidad es sin lugar a dudas el proceso biológico primordial en el que se establecen vínculos no sólo orgánicos durante la gestación, sino espirituales y para toda la vida “para el hombre que tuvo una buena madre todas las mujeres son sagradas” o “los hombres son lo que sus madres han hecho de ellos”; es motivo de admiración el rol protagónico de la madre en estos tiempos de relaciones frágiles y divorcios, en los que ella conduce los destinos de una familia organizando su economía y la crianza de los hijos.
El día 15 los maestros deberían celebrar con su trabajo lo único a que deberían dedicarse: la educación, pero a pesar a las reformas y promesas oficiales, hoy la educación está recluida como doña Elba Esther o simplemente en la calle y encapuchada como los profes de Guerrero. Sin educación no hay libertad.
Aunque al optimismo lo transforme la realidad en aparente pesimismo, los valores celebrados esta quincena pueden hacer de nuestro país el México justo y próspero que todos queremos, pudiendo ser mayo el mes de la patria o cuando menos el de la esperanza.
PD. Para todos los trabajadores, madres y maestros: que con su cotidiano esfuerzo hagan de la esperanza una feliz realidad.