Cuando retumbó en sus cetros la tierra con la frase lapidaria, contundente e inobjetable de “No somos los salvadores de la Selección”, pensé que se trataba de Peña y Videgaray tratando de explicar que si bien la reforma energética es capaz de salvar a México hasta de un Apocalipsis zombie y de un ataque de aliens, no estaba diseñada para sacar al TRItánic del pozo oscuro donde repta gracias a la Femexfut y el Chepo de la Torre.

Sonaba lógico, sobre todo por la dimensión de panacea que se le ha dado al esquema “utilidad compartida”, que es algo así como la clásica fórmula para románticos suicidas llamada “amigos con derechos”. Con derecho a que te la dejen cayetano.

Como quiera que sea, el único que podría ser el gran salvador de la selección no es ninguno de los naturalizados, sino el distinguido procurador, don Murillo Karam. El, que fue capaz de convertir el caso de Caro Quintero en un asunto de un poquito de impunidad, de la misma manera en que una mujer puede quedar un poquito embarazada.

Y supongo que para afianzar su tesis de que la impunidad agarra por su cuenta las parrandas y luego se va a brindar con extraños, estuvo a punto de citar a Lázaro Cárdenas como dictan la moda sexenal, pero disciplinado, se contuvo.

Y es que esa disputa ideológica por el General entre la izquierda y el PRIcámbrico temprano, van a terminar por dirimirla en un debate de altura como diría Osorio Wanchong: es decir, de ver quiénes llenan más veces el Zócalo.

La bronca ya no es por el petróleo, sino por la estatua del prócer.

Digo, con esa capacidad discursiva que sin duda supera a la de su antecesora que hablaba un lenguaje remotamente parecido al español, Murillo Karam en una conferencia podría hacer de cada mal partido de los ratones verdes un auténtico monumento al clásico pasesito a la red. Y al ritmo de Messi que más aplauda lograría que, a pesar de los dudosos esquemas de juego, el equipo tricolor semejara discursivamente cuando menos al PSV Eindhoven. Así hizo con su nieto, que de misógino madreador pasó a linda personita.

Lo bueno es que la PGR ahora sí va contra la impunida, mientras la DEA finge que todavía se acuerda de Kike Camarena. No sea que entre tanto capo se les vaya a ir un inocente.

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