La Responsabilidad Social Empresarial está muerta

O al menos lo está, en su sentido tradicional; acabo de terminar de leer un libro que me parece básico...

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O al menos lo está, en su sentido tradicional; acabo de terminar de leer un libro que me parece básico para entender la forma cómo se mueve el mundo hoy, en especial en los países en vías de desarrollo, y las necesidades que deben asumir las empresas ante estos retos.

Crear o morir, de Andrés Oppenheimer, hace una crítica muy informada de la forma en cómo los países que están volviéndose más competitivos han logrado avanzar, a través de la innovación, la inversión en educación, la preparación de sus talentos y la forma en cómo las empresas enfrentan el mundo globalizado de hoy.

La visión filantrópica de las empresas, mediante la cuál donan a causas, e incluso la visión tradicional de la RSE, en la cuál estas se involucran en proyectos que van más allá de sus alcances de negocio, ya no alcanza para mejorar las condiciones de la sociedad.

Con esto no quiero decir que las empresas dejen de donar a sus causas, muchas de ellas muy leales y necesarias en nuestros países, sino que además de ello, deberían empezar a pensar en invertir en esquemas que permitan, en el largo plazo, que los problemas sociales y ambientales realmente se resuelvan.

Vale la pena analizar en el libro, la forma cómo las empresas sociales están haciendo para apoyar la resolución de problemas globales como el acceso al agua, la mejora en la calidad de la educación, el desempleo o la integración en la cadena de valor de comunidades vulnerables.

Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz, quien logró a partir del Grameen Bank acercar a la población en la base de la pirámide al crédito, ha sido uno de los impulsores del concepto de empresa social, asegura que el capitalismo “se fue por el mal camino, al desentenderse de su función social”, y que hoy, las empresas en lugar de hacer donaciones, deberían crear empresas sociales que, por un lado, fueran rentables, y por otro, como objetivo principal, resolvieran un problema social.

¿Por qué? Imaginen que ustedes son empresarios y “donan” cualquier cantidad para apoyar una causa; ese dinero, al final del día o más bien, al final de su vida útil, se va a acabar, y el empresario deberá invertir una cantidad igual para seguir apoyando la resolución del problema, o la ONG o Fundación receptora deberá buscar otros empresarios que donen para poder continuar con su misión.

En lo personal, he trabajado varios años en ONG’s y debo decirles de primera mano, que el modelo aunque es muy loable, termina por volverse complejo de mantener; ¿cuantas veces han visto ustedes proyectos que son muy exitosos mientras se tienen fondos, pero que terminan su vida útil al final de la donación? Yo, muchos.

Y con esto no busco desincentivar a las empresas a donar a causas sociales o ambientales, para nada, pero tal vez valga la pena repensar las formas. El modelo de vinculación entre empresas y organizaciones de la sociedad civil debe ser revisado, y dar paso a modelos innovadores de co-inversión pública, privada y social que ayuden realmente a la resolución de los problemas.

Es decir, invertir en empresas que tengan un buen plan financiero, que generen ganancias, que reinviertan sus utilidades, pero que su objetivo sea resolver un problema ambiental.

Un ejemplo con una situación muy cercana; ¿no sería mejor que, en lugar de donar dinero a proyectos de restauración ecológica, los empresarios apostaran por crear una empresa social que los asesorara en cómo diseñar sus proyectos de forma innovadora y sustentable? El costo de inversión sería mucho menos fuerte que pagar los platos rotos; y los resultados, de beneficio no solo para los mismos empresarios, sino también para el medio ambiente y la sociedad en su conjunto. Siempre es mejor prevenir, que lamentar.

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