La senadora cenada

Ya ni caso tiene explicar quién es o qué fue lo que hizo.

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A Federico Cantú Fabila (1929-2013), in memoriam

#LadySenadora, le dicen. Ya ni caso tiene explicar quién es o qué fue lo que hizo. De todo el borlote que se ha armado en los medios y las redes sociales alrededor de la prepotencia de esta legisladora perredista por Quintana Roo, lo que me sigue dando vueltas en la cabeza y nada más no capto es su repetida afirmación (en el video en el cual insulta y agrede a la empleada de una aerolínea) de que ella, una integrante de la llamada Cámara alta, es “la autoridad” (de milagro no dijo la autoridá).

¿Ese es el nivel cultural, educativo, cívico, de una senadora de la República, quien además presume en Facebook la admiración que profesa por Hugo Chávez y, but of course, por don Peje? ¿Autoridad en qué o de qué? ¿Aparte de faltar a las sesiones (hay registro de sus inasistencias), dormirse en la curul (hay testimonios gráficos) y llevar un trabajo legislativo mediocre (solo ha presentado dos iniciativas de ley), ahora resulta que es autoridad? ¿Que no las autoridades pertenecen a los poderes Ejecutivo y Judicial? No sé en la Venezuela chavista; pero hasta donde entiendo, en México sí. Un presidente, un gobernador, un alcalde, son autoridades. Un juez, un policía, también. Pero, ¿un senador o un diputado?

En esta fiebre de ladies y gentlemen, hasta ahora los prepotentes personajes habían estado ligados al partido en el poder o a las clases altas, pero resulta que la “izquierda” también cojea de la misma pata y ahí están el caso de Luz María Beristain (o sea, la Lady Senadora) o el penosísimo affaire del ex ministro de la Suprema Corte Genaro Góngora Pimentel, quien si mal no recuerdo, ya tenía cargo asegurado en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (si éste no hubiera perdido las elecciones por más de tres millones de votos). Lo que el gongorino Góngora le hizo a la madre de dos de sus hijos no tuvo ídem y ni siquiera la defensora de todo lo que huela a pejista, Carmen Aristegui, le echó una manita en su noticiario, sino todo lo contrario.

Entre ladies, gentlemen y exministros, algo huele mal en Dinamarca…, a diestra y siniestra.

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