La simulación

Hoy las sociedades viven en una verdad simulada. La crisis falsea escondiendo la realidad social.

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Hoy las sociedades viven en una verdad simulada. La crisis falsea escondiendo la realidad social. La informacion corre con tanta prisa que confunde. El temor es la naturaleza mas sublime de la convivencia humana. Pero cuando esta es manipulada con el propósito de penetrar en el pensamiento de los individuos, culpabilizándolo en lo oscuro de su destino o pretender educarlo con medias verdades y mentiras completas, se va apoderando del control personal, presentando una realidad lejana, con paraísos alcanzables, sólo en el “nunca jamás”. 

La crisis social es la carencia de la escencia noble del ser, que extraviado su espíritu, lo aleja del camino a la libertad. Su naturaleza la hace destructora de sueños y de limpios y positivos pensamientos. La información abundante en los raiting sometedores de la publicidad, han logrado que actualmente vivamos en simulaciones colectivas, aparentando creer la mentira sublime que la mercadotecnia marca e impone. 

¿Hasta dónde hemos llevado el misterio de la verdad ramplona o el engaño certero en lo subliminal, cuando nos presentan un producto para su consumo con información  alejada de la realidad? ¿Reiteradamente verificamos el engaño de que (uno de tantos) “la Coca-Cola es la chispa de la vida”? O, ¿las nuevas reformas constitucionales, nos llevarán (ahora sí) a ser nación del primer mundo? Tenemos mucho para dudar y poco para creer, si no recordemos las promesas grandilocuentes a raíz de la firma del Tratado de Libre Comercio, hace 25 años, que no era otra cosa que la inauguracion del neoliberalismo mexicano y poner a México de tapete rojo, para que pasara el nuevo modelo económico llamado Globalización Económica, que enterró con uñas y dientes a este país en una crisis que ya comienza a cumplir su mayoria de edad.

Mientras el desempleo continúa subiendo, el poder adquisitivo de los productos sigue una dinámica ascendente en los precios. Los salarios, cada día ajustan menos en la adquisición de productos básicos. En tanto,  los melodramas televisivos distraen utopías –sobre todo-, dan rienda suelta a la imaginación y por un momento olvidan su condición explotadora en el seno familiar y sienten –subliminalmente- el sueño del confort.

En otros entornos de la sociedad, no se marcan grandes diferencias. La mentira y el engaño abunda en muchos casos cotidianos de la vida: En las ventanillas para resolver asuntos gubernamentales; las expresiones: “No se preocupe, en un momento estará resuelto”. “El jefe está, ocupado, en una junta”; en la familia: “Si no te portas bien, vendrá el coco y te comerá”. “Ya vas a ver cuando venga tu padre”; en el romance idílico de la farsa: “Te amaré por siempre en la eternidad”; en  los políticos: “Prometo atender a todos los ciudadanos, cuando llegue al poder”,   “en mi gobierno tendrán cabida todas las criticas”; en la educación, el maestro: “¡jóvenes, ahí se va!”, y el alumno: “Es un gran maestro, porque, califica con dieces”.

Hoy la desconfianza es la mezcla de un acto impostor para esconder el miedo. Y el resumen concluyente radica en que las crisis actuales son en número, mayores los sometedores al envilecimiento de los seres, por el reflejo vivo de una sociedad en evidente estado en descomposición. Y ello repercute en la reproducción de síndromes patológicos que contribuyen a los “enganches psicodependientes” del alcohol, el sexo o las drogas, en síntesis, la pérdida de valores éticos y morales.  

La abundancia al miedo, el apego a lo material y el divorcio al espíritu y al alma, sólo seguirá reproduciendo la simulación de una vida ordenada, equilibrada, justa, pero muy alejada de la realidad.

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