La verdadera licencia

Mire usted oficial, con todo respeto, la única “licencia” que tengo es la que me da mi señora.

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La torreta intermitente de la patrulla acentúa la luz del atardecer sobre el periférico de Mérida. El altavoz del vehículo oficial conmina al conductor del volcho sedán 1500, modelo 73, a orillarse a la derecha y detener el vehículo.

El chofer del vehículo activa la direccional y disminuye la velocidad hasta estacionarse. Pensativo baja la ventanilla lateral y acecha por el retrovisor.

Observa al agente dentro de su unidad haciendo algún comentario a su pareja. En seguida lo ve descender de la patrulla y acercarse al VW. El hombre vuelve la mirada hacia el frente y despacio, con calma, abre la puerta del sedán y sin hacer aspavientos,  baja y espera la llegada del representante de la ley.

El patrullero saluda formalmente. Acto seguido, con educación explica al infractor el porqué de su intervención y le solicita sus documentos -Lo voy a molestar con su licencia y su tarjeta de circulación.

El aludido asiente con los ojos. Baja la mirada mientras abre de nuevo la puerta del auto, se deja caer hacia delante y aprieta el botón de la guantera. Saca la tarjeta de circulación de una funda de plástico y retoma su conversación con el vigilante. Extiende el documento y escucha decir: ¿Y su licencia?

Antes de responder el aludido mira con atención al patrullero. No es una mirada incisiva ni retadora. Tan solo refleja el momento de vergüenza y apuro por el que pasa. Con voz desentonada expone: -Mire usted oficial, con todo respeto, la única “licencia” que tengo es la que me da mi señora.

Y le digo sin más: “Sus multas” me dan mucho más miedo que estacionarme treinta y seis horas en el corralón o donde pueda usted llevarme- aclara el individuo, mientras frota sus manos aprehensivamente y espera el veredicto del uniformado.

Conforme mantiene su mirada en el transgresor, el rostro del oficial, ahora comprensivo, detiene una sonrisa que amenaza con estallar en franca carcajada. Mientras mira al sujeto,  recomienda: -Aquí tiene su tarjeta de circulación. Vaya despacio y no se exponga usted ni a los demás a un accidente. ¡Ah! Y explíquele  a su mujer que usted también necesita una licencia de conducir. 

Se reinsertan a la circulación ambos vehículos. Dentro del volcho el hombre se cuestiona por primera vez qué será eso de tener varias licencias. A saber… Vaya biem.

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