La vida en tres sonetos

Los sonetos de Elías Calixto, a pesar de que fueron escritos hace más de un siglo, aun conservan su vigencia.

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La vida puede verse desde muy diversos puntos de vista, como crecer,  madurar y declinar  o simplemente envejecer,  en la que la piel tiene un papel notorio, pero  el poeta  venezolano Elías Calixto Pompa (1837-1887) tiene una visión diferente y, acorde con su oficio, expone en tres sonetos el empleo más noble que el hombre puede dar a la vida, el primero de ellos se lo dedica al niño que tiene  la necesidad  de enriquecer su mente a través de los libros, es  quizá el más conocido -cuando menos mi abuelo solía decírmelo- y lo llamó “Estudia” y dice así: “Es puerta de la luz un libro abierto: Entra por ella niño, y de seguro que para ti serán en lo futuro Dios más visible, su poder más cierto. El ignorante vive en el desierto donde es el agua poca, el aire impuro; un grano le detiene el pie inseguro, camina tropezando; ¡vive muerto! En ese de tu edad abril florido, recibe el corazón las impresiones como la cera el toque de las manos: Estudia y no serás, cuando crecido, ni el juguete vulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos".

El segundo lo denominó “Trabaja” y se lo dedica al joven que tiene que trabajar para que con su esfuerzo se haga un hombre honrado e independiente y así dice: “Trabaja, joven, sin cesar trabaja: la frente honrada que en sudor se moja, jamás ante otra frente se sonroja, ni se rinde servil a quien la ultraja: Tarde la nieve de los años cuaja sobre quien lejos la indolencia arroja; su cuerpo al roble, por fuerte, enoja; su alma del mundo al lodazal no baja. El pan que da el trabajo es más sabroso que la escondida miel que con empeño liba la abeja en el rosal frondoso; si comes ese pan serás tu dueño, mas si del ocio ruedas al abismo, todos serlo podrán, menos tú mismo".

El tercero se lo dedica al anciano, que después de estudiar y trabajar durante su vida, requiere un merecido descanso y  trasmitir  generosamente sus experiencias  a los jóvenes, por eso lo llama, “Descansa” y va así: “Ya es blanca tu cabeza, pobre anciano; tu cuerpo, cual espiga al torbellino se dobla y rinde fácil; ya tu mano el amigo bordón del peregrino maneja sin compás, y el aire sano es a tu enfermo corazón mezquino. Deja la alforja, ve, ¡descansa ufano en la sombreada orilla del camino! Descansa, se, mas como el sol se acuesta, viajero como tú, sobre el ocaso, y al astro que le sigue un rayo presta: Abre así con amor tus labios viejos y alumbra al joven que te sigue el paso ¡con la bendita luz de tus consejos!”

Estos sonetos a pesar  de que fueron escritos hace más de un siglo, aun consevan su vigencia, lo que demuestra que “la naturaleza  de los hombres es la misma, solo sus hábitos los separan”;  solo estudiando y trabajando se obtiene una vida digna y libre de pasiones y tiranos.

PD. Para los niños que inician la primaria y para don Enrique, que ya descansa las fatigas de su esforzada vida, disfrutando del arrebol en el ocaso. Feliz cumpleaños.

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