Dicen que hay vida pública, vida privada y vida íntima, por lo que les ruego me dejen guardar esa respuesta, nos pide con distinguida cortesía el gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo.

La pregunta era por su salud, ¿de qué está enfermo? Porque él mismo nos acaba de informar que ese mal hará que el jueves pida al Congreso permiso para ausentarse del cargo.

—¿Por 60 o por 90 días, Fausto?

—Estoy valorando si es hasta por 60 o hasta por 90 días. Los exámenes a fondo que me acaban de hacer y los datos de los propios médicos hacen que me tengan que intervenir algún órgano en los próximos días y hay que llegar pleno a esa cirugía. Pero hoy no sé cuántos días durará la recuperación.

La decisión de Fausto detiene, por lo pronto, las versiones sobre su presunto estado terminal, así como los rumores en torno de lo que pudiera ocurrir en el gobierno de Michoacán. Él está seguro de que el Congreso le concederá el permiso, lo que frenará unas semanas la murmuración.

—Usted sabe lo que se está diciendo —le digo ante los señalamientos de desgobierno.

—Tengo un equipo muy valioso, no estamos gobernando por ocurrencias. No soy gente que se aferre a nada y no voy a entorpecer el desarrollo del estado, porque Michoacán no es una perita en dulce. Pero ahí va caminando la renegociación de la deuda y, poco a poco, el problema de la inseguridad y algunos problemas sociales, que son más artificiales que reales.

Tal vez en el quirófano, Fausto cumplirá 64 años en mayo. Con el tabasqueño Arturo Núñez es el más veterano de los gobernadores. Y quizá el más caballeroso. Suerte en la intimidad.