Siete grandes plagas afectan al país, de acuerdo con Arturo González de Aragón, ex titular de la Auditoría Superior de la Federación, en una entrevista concedida el lunes 26 de mayo a Noticias MVS: La mala educación; la pobreza; la impunidad; la inseguridad; los partidos políticos; los monopolios; y los malos gobiernos.

Una lista de problemáticas con las que bien podríamos armar un nuevo modelo de tarjetas de lotería. Podríamos agregar como fichas “El sarcasmo”, “El cochupo”, “Las rancheras”, “El chente”, “Los taquitos” y otras tantas. Faltaría decidir si se utilizarían como fichas los tradicionales frijolitos, o – para innovar un poco – recogeríamos algunas balitas en Michoacán o Tamaulipas, sólo para añadirle algo más de realidad nacional al juego.

Con respecto al primer punto, la educación, sabemos ya que en la prueba PISA aplicada por la OCDE, México siempre termina en los últimos lugares. El 58% de la población en México de entre 25 y 38 años no tiene bachillerato. El gobierno es quien se encarga de los programas y apoyos a la educación, pero el problema está cuando en el gobierno se encuentran personas producto de esa deficiente educación, o peor aún, que no prestan importancia a la educación.

La pobreza se hace evidente con las cifras que muestran aproximadamente 60 millones de mexicanos que  no reciben salario mínimo. La CEPAL en uno de sus últimos estudios señala que en México la pobreza va en aumento, a diferencia del resto de países de Latinoamérica. 

Sin embargo, nuestro sistema judicial sigue el modelo de las escuelas con mayor sentido humanitario: sin castigos para los malos alumnos ni sanciones por no hacer su tarea. No hay castigos en México. Somos como un grupo de menopáusicas: sin reglas. No se sanciona a nadie. La CNDH informó que en México se cometen 12 millones de delitos al año, de los cuales no se denuncia el 85% y sólo terminan en castigo 120 mil. De cada 100 denuncias, sólo entre una y dos terminan en castigo. ¡Vamos casi a la par de Japón!, donde de 100 denuncias, 98 son sancionadas. Porque los verdaderos por qués de la inseguridad pueden descifrarse en las estructuras que nos gobiernan.

A los partidos ya todos los miran como se miraría a una mafia. Con la mayor desconfianza e interpretándoles como centrales de corrupción. Moches y falta de representatividad. Porque no hay ética política; sólo se tiene la Ley de Herodes como principio, que les sirve de guía hasta en los momentos más difíciles y escandalosos, cual estrella polar a los viajeros.

No se hace nada contra los monopolios que tanto afectan al país. Es que anhelamos que nuestros monopolistas sigan apareciendo en la lista de Forbes.

Y están los malos gobiernos. Gonzalez de Aragón señaló que el último gran desarrollo del país fue con José López Portillo, con un 6.5%; y que la media nacional de crecimiento económico en 30 años ha sido del 2.4%, “totalmente insuficiente para generar y financiar el desarrollo de México”. ¿Qué importa si en el último año de gobierno apenas hemos tenido un 1.06% de crecimiento? Tenemos a un presidente guapo.

A pesar de que todos estos problemas están íntimamente relacionados, pues no se desarrollan de manera aislada, difícilmente podríamos señalar el que origina todo; aunque sí podemos apuntar aquel que resolviéndolo disminuiría a los demás: la mala educación. 

Hay que lograr que de la baraja de cartas de la lotería mexicana, salgan algunas como “La educación” (de calidad); “La lectura” (le encantará a nuestro ejecutivo); “La seguridad”; “La congruencia”, y que las fichas no sean balitas.

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