Las cruces de la cruzada

En doce años de alternancia, el país creció a duras penas alrededor de un dos por ciento promedio cada año.

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Soplan nuevos tiempos y una mejor manera de abordar, por parte de la mayoría de las fuerzas políticas, los grandes problemas y retos que afronta el país, que pasan todos por relanzar el crecimiento económico con estabilidad y, sobre todo, con justicia. 

Un largo período de desencuentros y falta de acuerdos sobre temas fundamentales acompañó la transición política que inicia con la alternancia y sigue con un déficit de gobernabilidad en el que ninguna fuerza política por sí sola, y tampoco con alianzas coyunturales, pudo  hacer prevalecer sus posiciones en el congreso y otros foros por los que pasa o se atora el destino de México. 

En doce años de alternancia, modo inconcluso que asumió la transición política hacia una democracia plena, el país creció a duras penas alrededor de un dos por ciento promedio cada año, insuficiente del todo para no digamos abatir, sino al menos frenar los grandes rezagos.

La crisis de México de 2008 y 2009 fue la peor en 70 años y su manejo desastroso, al decir de la OCDE. La pobreza multidimensional, que es la manera en la que la ONU mide las carencias y que se llama así por tomar en cuenta diversos indicadores de educación, salud y bienestar, alcanza en México 57 millones de personas, de las que 52 millones tienen carencias por ingresos y 28 millones alimentarias. 

Es cierto que el país enfrentó un entorno mundial recesivo y de crisis agravado por la especulación financiera, y que el gobierno mantuvo bajo control las finanzas públicas, pero el costo fue altísimo: al decir del Tecnológico de Monterrey, uno de cada cuatro pobres se generó en el sexenio pasado.

Pero también tuvimos ingresos adicionales, nunca antes vistos, derivados del petróleo, las remesas, el turismo y otras actividades, así como presupuestos históricos: tan sólo el ramo de desarrollo social creció de 13 mil a 27 mil millones de pesos de 2001 a 2006 y a casi 89 mil millones de pesos en 2012.  Es claro que desde lo que nos pasa en la vida cotidiana hasta la cuenta larga de la historia, no estar de acuerdo en los bienes acarrea grandes males y que estos últimos requieren de grandes remedios.

Es indispensable no perder de vista las enormes urgencias y mantener la vía de los acuerdos, a pesar de válidas reticencias de sectores importantes de los partidos de oposición. Como la Cruzada contra el Hambre, que ya tiene su primera cruz con la denuncia presentada contra funcionarios federales en Veracruz, rápidamente asumida por la secretaria de Desarrollo Social -que se declara sin partido- a quien el presidente Peña Nieto insta a aguantar y concentrarse en la prioridad de la lucha contra el hambre. No politizar ni crucificar la cruzada.

Sin perder la crítica necesaria, reconocer que su propósito es un imperativo moral. Como señala el líder brasileño Lula Da Silva en su visita a México: el hambre existe por la falta de vergüenza de los gobernantes y no por falta de dinero, producción agrícola o de tecnología. Al tiempo.

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