Las lecciones de Granier

Los ciudadanos deben castigar los malos manejos con su voto en las elecciones que se realizarán en 14 estados este año.

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El escándalo en torno a los presuntos malos manejos durante la administración del químico Andrés Granier como gobernador de Tabasco deja muchas lecciones. La primera es que la democracia y la alternancia son valores que en sí mismos ponen límites a la corrupción y al mal gobierno. La segunda es que acotar el poder absoluto a través del voto y el sistema de partidos es un freno a la impunidad, porque la renovación en el gobierno es un dique, imperfecto, sin duda, a los excesos y la corrupción en las administraciones locales y federal.

Pero hay muchas otras. Las marranadas que ocurrieron en el gobierno de Granier comenzaron a conocerse a escala nacional gracias al trabajo de la reportera de MILENIO Blanca Valadez, quien documentó la forma en que, de manera criminal, la Secretaría de Finanzas de Tabasco desvió millones de pesos de las participaciones federales del Seguro Popular, lo que, sin duda, debe tener como resultado una reforma que blinde los dineros destinados a la salud de los mexicanos de malas prácticas de los gobiernos locales.

Lo que pasó en Tabasco debe recordar a los mexicanos la necesidad de mejorar la calidad de nuestra democracia como un instrumento para generar bienestar y atajar la corrupción.

El cambio necesario en México pasa por dos vías: la primera es que los políticos y sus partidos se vean obligados a encontrar otras rutas, más allá de las triquiñuelas electorales, para mantenerse en el poder y que asuman que hacer un buen gobierno es la mejor forma de atraer la atención y fidelidad del electorado.

Pero también que los costos de la corrupción les sean muy altos. Los ciudadanos deben castigar los malos manejos con su voto en las elecciones que se realizarán en 14 estados este año. Las cochambrosas administraciones de Granier en Tabasco y de Leonel Godoy en Michoacán deben tener en los próximos comicios estatales altos costos para PRI y PRD, al igual que al PAN le debe costar la de Luis Armando Reynoso Femat en Aguascalientes.

Otra lección necesaria es abrir espacio en las campañas al escrutinio microscópico de los candidatos, sus partidos y sus gobiernos. Hoy por hoy, las leyes electorales mexicanas castigan que se exhiban las miserias y transas de los candidatos y sus partidos, cuando precisamente son las campañas el espacio no solo para conocer sus propuestas, sino la prueba de fuego para conocer su trayectoria, aciertos y errores, si no es que de plano sus desviaciones en su paso por la vida política y la administración pública.

Por eso es patético el discurso con el que los políticos de todos los partidos quieren sacarle la vuelta a la exhibición de los malos manejos en los gobiernos estatales y federal; su doble moral, de plano, invita al vómito, pues mientras censuran las porquerías de sus adversarios, califican de ataques y calumnias la exhibición de las corruptelas de sus correligionarios.

Al final, la historia del químico Granier debe ser ejemplo para que todos los políticos sepan y recuerden que no hay prestigio que resista una auditoría cuando se meten las manos en las arcas públicas.

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