Las polémicas plurinominales

En cada proceso electoral surge la idea de eliminar las plurinominales o al menos recortarlas.

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En cada proceso electoral surge la idea de eliminar las plurinominales o al menos recortarlas. El Congreso de Quintana Roo está compuesto por 25 diputados, de los cuales 10 son de representación proporcional, quienes en teoría reflejan la pluralidad de la sociedad al abanderar inclusive a los partidos “chicos”.

La propuesta reflota porque los diputados se encuentran en el piso de confianza institucional, ya que perdura la percepción generalizada de un Congreso oneroso e ineficiente. En tal sentido, la intentona por quitarles espacios resulta atractiva. 

Pese a lo anterior, politólogos y especialistas aseguran que son indispensables para mantener los balances y contrapesos, sobre todo en entidades donde la hegemonía de uno o dos institutos es indiscutible y tiende a perpetuarse. 

Ya figuran muchos en la lista, algunos esperados: en el PRI la encabeza Raymundo King de la Rosa, dirigente estatal y otrora aspirante a la gubernatura. Además, Juan Carlos Pereyra, en la tercera posición, ya que por la equidad de género la segunda correspondió a una mujer, Jenny Juárez Trujillo. En los demás, Gabriela Medrano Galindo (PVEM), Eduardo Martínez Arcila (PAN), Emiliano Ramos Hernández (PRD), Rafael González Sabido (Panal), Carlos Mario Villanueva Tenorio (PES), entre otros.

La mayoría no sudará una gota gracias a esa cuota de un sistema cuestionado, aunque con defensores cuyos argumentos son legítimos y válidos. Porque el tema de fondo debe ser la calidad de representación política y no lo del ahorro como suelen anteponer los quejosos. 

Sin duda, los ciudadanos esperan políticos más eficaces en un recinto con mejores reglas de transparencia y rendición de cuentas, aunque eso no se logrará cortando de tajo una fracción para empoderar a los que siempre ganan o conforman un grupo selecto que traspasa el poder a otro de semejantes características. 

Un cuerpo legislativo debería congregar distintas personalidades, capacidades y talentos, pero, sobre todo, diferentes intereses, para que no predominen los personales o de grupo.

El caso Pereyra

Juan Carlos Pereyra –planteé al inicio– está en la tercera posición de su partido. Es casi un hecho su arribo a Chetumal por segunda ocasión. Algunos le critican que no se fuera con Carlos Joaquín González a la oposición, calificando su acción como “traición” pues siempre se autodefinió “joaquinista”. Me parece que ha sido el más congruente de todos.

Primero: Durante una década compartió los ideales con quien hoy es candidato a gobernador por PAN-PRD. Decidió permanecer en el PRI porque, como muchos otros, ha sido más leal a la institución que a un personaje con intereses propios.

Segundo: Cuando fue diputado local aprobó todas las iniciativas del gobernador Roberto Borge Angulo, con quien Joaquín mantiene diferencias notorias. Optó por la prudencia y el tino para manejar los temas de gobierno y de partido por sobre los de un grupo.

Tercero: Cuando fue secretario general de Solidaridad procuró una relación fructífera y respetuosa con el entonces presidente municipal, Mauricio Góngora Escalante, hoy rival de Joaquín, algo que supongo le quitaba el sueño por lo fino de las operaciones que en muchos casos no tendían a privilegiar a los suyos.

Si hay o habrá costo, lo desconozco. Hasta donde sé, dejó libre a “su gente” para que definiera su futuro con quien mejor les parezca. La mayoría sigue con él. Contra todo pronóstico, sí hará campaña.

Desorbitado

Mientras en algunos partidos consintieron con las posiciones de las “pluris” a dirigentes o militantes distinguidos, en otros, como en Morena, las sortearon. Es anecdótico. De risa. Un partido con tal fuerza por el “efecto Andrés Manuel” no puede rifar a quienes podrían decidir de alguna manera el futuro del estado.

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