Lealtad, pieza de museo
Muchas veces, en la política, proponen a gente con escasa experiencia y sin sentido común, quienes llevan al despeñadero proyectos construidos con esfuerzo y dedicación de los leales.
Estamos en tiempos de cambio por doquier. Movimientos políticos se avecinan y este escenario se convierte en un coliseo donde el “cobre” de algunos, que ni por error saben qué significa la palabra lealtad, sale a la arena con ansias de victoria.
La lucha cruenta por alcanzar un puesto se ve matizada con actitudes que denotan pobreza en su actuar y poca sensibilidad humana. No importa a quién haya que “pisar” o destruir, lo que importa es alcanzar nuestro objetivo, más allá del beneficio y bien común. ¿Acaso esto último no es el fin primordial del servicio y administración pública?
En sumadas ocasiones bajo el cobijo del “padrino”, cual titiritero, proponen a gente con escasa experiencia y sin sentido común, quienes tarde o temprano llevan al despeñadero proyectos construidos con esfuerzo y dedicación de los leales.
¿Y qué es eso de lealtad? La lealtad es un valor que básicamente consiste en nunca darle la espalda a determinada persona o grupo social que están unidos por lazos de amistad o por alguna relación social, es decir, el cumplimiento de honor y gratitud. Sus sinónimos ayudan a entenderla, así tenemos la adhesión, devoción y fidelidad. Es un lazo que une y que suele ser en muchas ocasiones la cualidad más admirada entre los gobernantes.
La lealtad se construye día a día, es un estilo de vida, es un compromiso y nada tiene qué ver con intereses personales insanos o de un grupo, sino se refiere a la entrega incondicional en las buenas y en las malas a algo o a alguien. Esto sólo lo concibo, cual construcción de los grandes monumentos ancestrales como Keops, Micerinos o Chichén Itzá; paso a paso, piedra por piedra, toda una vida, más allá de la temporalidad.
Obviamente, cuando de política y servicio hablamos, no sólo me refiero a la gubernamental estatal o municipal, alcanza las instancias de salud y educación entre muchas. ¿Cuántos presuntos representantes de trabajadores imponen sus voluntades, sin consultar a quienes representan? Intentemos destruir el paradigma, lo importante es el bienestar común.
Pues bien, éstos son momentos para despertar, participar y evitar que la apatía o inercia cedan ante la inexperiencia, la imposición o la falta de consenso. Eres parte de esa nueva generación de ciudadanos pensantes y consientes de que lo que hagamos o dejemos de hacer, repercutirá en el futuro personal o de las próximas generaciones.
Yucatán para los yucatecos y para quienes han sido arropados como hermanos en esta maravillosa tierra del Mayab. Seamos leales, más allá de la visceralidad.