El legado de Andrés (1)

La creciente inconformidad con el desempeño del PRD, dentro y fuera de él, fue la condición básica que permitió a AMLO a crear Morena.

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Una gran ventaja intelectual de los procesos electorales es que, a fin de cuentas, hay un resultado concreto y hasta numérico contra el cual contrastar pronósticos, especulaciones, encuestas e incluso esperanzas. Tal e el caso, hasta cierto punto, de las expectativas en cuanto al desempeño del PRD y de Andrés López Obrador y Morena.

El día de hoy es un hecho que el nuevo partido conservará su registro y se mantendrá en competencia electoral. Sin embargo, allende el optimismo desbordado dentro de Morena (que obtuvo cuatro votos por cada cinco del PRD) me parece pertinente prestar atención al nuevo escenario electoral de las izquierdas.

Desde 1988, estas corrientes políticas venían actuando principalmente como una sola fuerza electoral, compleja pero unida. En la mayoría de las elecciones el PRD funcionó como eje de coaliciones con los otros dos partidos de este espectro, Convergencia y PT, dinámica que le valió diversos y a veces amplios éxitos en distintas contiendas. Este escenario fue en su momento novedoso y esperanzador, pues desplazaba al vigente con anterioridad, en el que cuatro partidos de izquierda -PMS, PRT, PPS y PST- se disputaban una exigua votación que nunca llegó a sumar el 10% del total.

Tras el fraude electoral de 1988, las crecidas y confusas fuerzas de izquierda acordaron, sobre pésimas bases políticas y conceptuales, la fundación de un nuevo partido utilizando el antiguo registro del PMS, obtenido por el Partido Comunista en 1979. Con grandes dificultades nació así el PRD, que por primera vez daba a la izquierda posibilidades de disputar cualquier elección. Ese partido pasará a la historia como el gran legado de una generación encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas: habiendo recibido cuatro partidos débiles, entregamos a la sociedad un partido grande y fuerte.

Con el tiempo, las peores prácticas del viejo PRI y de la izquierda paraestatal, como el PST, fueron dominando la dinámica interna del PRD, sustituyendo su antigua rijosidad por corrupción y por complacencia frente al poder del Estado y de los dueños del dinero. La creciente inconformidad con el desempeño de este partido, dentro y fuera de él, fue la condición básica que permitió a Andrés López Obrador desprender la amplia escisión que se convirtió en Morena.

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