El legado de Flor Santana

Anoche seguía reflexionando sobre Flor Santana, la fundadora de Dona Esperanza, A.C., quien sólo se nos adelantó en este efímero pero maravilloso transitar terrenal.

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Hoy es Jueves Santo, y todavía anoche seguía reflexionando sobre Flor Santana, la fundadora de Dona Esperanza, A.C., quien sólo se nos adelantó en este efímero pero maravilloso transitar terrenal.

A principios de septiembre de 2009, recibí una llamada al celular, del otro lado una voz agradable, que envolvía y comprometía de forma natural, para sumarme al maravilloso proyecto de vida después de la vida, a través de la donación de órganos.

Salud y Bienestar, sin pensarlo, se convertiría en duradero eslabón yucateco de comunicación en salud,  y cual portavoz del quehacer de Dona Esperanza, A.C. 

Como si fuese ayer, Flory se acercó a un servidor, y sin dudarlo entendí que nadie mejor que ella podía conocer sobre la relevancia de la donación; ella era el ejemplo viviente. 

Bastaron apenas unos minutos  para que ipso facto me remontara a mis años mozos, cuando, siendo residente de medicina interna en la T-1 Mérida del IMSS, el Dr. Luis Solís Alpuche, nefrólogo, pionero del trasplante institucional, maestro y amigo, me invitara a involucrarme en el primer procedimiento que se llevaría al cabo. Su inseparable compañero, baluarte de la cirugía, Dr. Rafael Reyes Bueno, conocido por su incomparable habilidad manual y docto conocimiento, se encargaría de cerrar la pinza, cuando dentro del quirófano, trabajando juntos, alcanzarían lo impensable. Poco les importaron los consabidos obstáculos administrativos que los retaban. 

El 18 de agosto de 1987 fue inolvidable. Qué días, qué responsabilidad, pero qué orgullo haberlo vivido junto a los grandes galenos de otrora romántica estirpe. Qué 'alta especialidad', ni qué nada. Era entrega, sin tramitología burocrática, ni absurdos folios. El temple que da la experiencia clínica acumulada supera cualquier intento de tecnología moderna, cuando de entender al ser humano se trata. Señores, fue la generación de expertos que se moldeó en un campo de batalla, no en simulador.

Así recordaba nuestra querida Flor, cuando platicábamos antes del programa de TV. Me contagiaba con entusiasmo ese particular brillo ESPERANZADOR. Sin duda alguna, su obra Dona Esperanza, A.C., seguirá con su plan perpetuo, siendo refugio de pacientes víctimas de insuficiencia renal. Seguro continuarán tocando puertas, organizando pláticas, visitando niños, llevando apoyos, haciéndose de recursos y difundiendo esta incipiente cultura de la donación. Qué ejemplo de tesón y lucha sin cuartel el que nos deja Flor. Compromiso compartido es el de perpetuar y acrecentar lo cimentado. Gracias y hasta pronto, Flor Santana.

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