El lenguaje del amor

No pueden faltar las palabras amables que son expresiones de consideración y respeto. Al expresarlas oportunamente contribuyen a crear un ambiente de confianza y bienestar.

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Si yo hablara todas las lenguas de los hombres  y de los ángeles, pero me faltara el amor, nada soy.- Biblia.  Corintios 1-13.    

Gary Chapman, reconocido asesor en relaciones conyugales y familiares, nos habla acerca del “lenguaje del amor” que es una manera sencilla para concretar los sentimientos amorosos que, muchas veces, no sabemos cómo expresar. 

Es realmente sencillo aprender y practicar el lenguaje que expresa afecto, respeto y estima que son componentes del amor. Saber “hablar” de nuestros sentimientos a quienes deseamos que sientan nuestro amor nos permite salir de nosotros mismos para trasladarnos al mundo personal del otro, al fijar nuestra atención en sus valores y cualidades. 

El lenguaje del amor consiste en emplear palabras de aprecio  que iluminan y dan relieve a las cosas buenas de la otra persona como: sus capacidades, costumbres y conductas, ej.: “que agradable es tu conversación…”. Igualmente palabras de impulso que resalten sus talentos y habilidades, porque así ayudamos a que los reconozca y los tenga presentes como recursos en su vida.  

No pueden faltar las palabras amables que son expresiones de consideración y respeto. Al expresarlas oportunamente contribuyen a crear un ambiente de confianza y bienestar ej.: “¿me permites sugerirte algo?”, “¿puedo interrumpirte un momento?”. 

También, las palabras humildes que muestran arrepentimiento por un error cometido como: “lo reconozco, actué mal, perdóname”. 

Los momentos de calidad son importantísimos. Hay que tomar en cuenta que, en el estilo de vida actual, tan lleno de actividades y distractores, tenemos que esforzarnos para crear un espacio temporal propicio para el encuentro y poder brindar atención total a la persona y escuchar lo que nos comparte.  

En lo que a mí respecta, los mejores regalos que he recibido en mi vida de las personas y que guardo como tesoros son: tiempo, atención, escucha, aprecio, admiración y abrazos cálidos que brotan del corazón. 

Por eso procuro dar estos mismos regalos a mis seres queridos y a todas las personas con quienes tengo el privilegio de relacionarme.  

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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