Ley del pensamiento dominante
La actitud positiva afecta directamente cómo vemos las diferentes situaciones y personas. Se establecen metas más ambiciosas y… las alcanzamos.
Piensa positivamente… y moverás montañas.- Anónimo
La actitud es como una pantalla mental a través de la cual se experimenta el mundo. Algunas personas lo ven a través del optimismo y otras a través del pesimismo.
Todos nacemos con una buena actitud, con la mente limpia. Observemos a los niños, siempre sonríen, juegan y bromean. Su actitud es alegre y curiosa, les encanta explorar cosas nuevas. Sin embargo, hay momentos en que nuestra actitud sufre cambios. Sucede al recibir descalificaciones y duras críticas o burlas de los padres, hermanos, maestros, compañeros, etc., e igualmente al ser rechazados.
Lo malo está en que no se haga nada al respecto, como cuando las personas ya adultas se dan por vencidas y permanecen en la negatividad. Hay que saber que existe la pantalla brillante del optimismo, y que sí hay posibilidades maravillosas: el arcoiris de la esperanza y la fe. Entonces aparece a través de la pantalla el pensamiento de confianza. Nos atrevemos a hacer cambios para mejorar lo que se ama: la pareja, la familia, el carácter y el trabajo.
La actitud positiva afecta directamente cómo vemos las diferentes situaciones y personas. Se establecen metas más ambiciosas y… las alcanzamos. Podemos cambiar las actitudes negativas a positivas aunque se pase por situaciones adversas, porque tenemos el poder interior para elegir pensamientos optimistas. La decisión es personal; verás que al sonreír las relaciones interpersonales son más satisfactorias, la creatividad aumenta, la espiritualidad ilumina y la economía mejora al desarrollar nuestro potencial.
Recordemos que nos convertimos en lo que pensamos. Es verdad, que los pensamientos determinan las acciones, tanto las buenas como las malas; esto es la “ley del pensamiento dominante”. Si dedicamos 10 minutos para pensar positivamente y 16 horas a pensar en negativo, el resultado es obvio.
Hay que tomar el control de nuestra actividad mental y pensar en positivo cada día hasta que se convierta en un hábito. Reflexionemos: el pensamiento siempre precede a la acción.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.
La persona positiva:
Dice: Yo puedo.
Busca: Lo bueno de sí mismo y de otros.
Se concentra en: Agradecer sus bendiciones.
Ve: Posibilidades.
La persona negativa:
Dice: Yo no puedo.
Busca: Las carencias propias y de otros.
Se concentra en: Lo que hace falta.
Ve: Limitaciones.