“Like” y sé mi fan

La manera y medios en los que nos expresamos no sólo cambiaron con las plataformas digitales...

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La manera y medios en los que nos expresamos no sólo cambiaron con las plataformas digitales, también crearon un -hasta ese momento- impensable canal de retroalimentación para los generadores de contenido. 

“Bloggers”, “youtubers”, “viners” y demás tribus que dan vida las redes sociales, generan un opinión ambivalente en el público dentro y fuera de internet, ya sea por su obra, actos, actitudes, logros y fracasos, que de buenas a primeras haría pensar en una especie de “ambiente pesado” en quienes tienen interés por formar parte de este singular mundo digital. Sin embargo, esa controversia es la clave de que existan, y en muchos casos, la razón de su éxito. 

Algo innegable para las generaciones “X”, “Y” o “millennials”, y quienes no somos parte de ninguna clasificación “añoñada” de la web, es que hoy por hoy, lo que internet nos ofrece es la libertad y el escenario perfecto para explotar nuestros objetivos, echarlos a perder e intentar de nuevo llegar a la cima. Como nunca, los usuarios de la red de redes somos consumidores y ofertantes de productos, en esencia intangibles, pero cuyas consecuencias disparan los sueños guajiros de muchos buscadores de fama. 

La reacción general del gran público dentro y fuera de línea es, desafortunadamente, negativa ante la entrada en escena de estos “famosos del internet”, a quienes poco talento se está dispuesto a reconocer. Cierto que en muchos casos, las críticas tienen bastante fundamento, pero no es posible comparar, por ejemplo, a personajes de un solo “éxito” como los viejos “Édgar se cae” y “La Canaca”, con personas que –gusten o no- ponen un poquito más de empeño en su “pop digital”, entiéndase @Juanjaramilloe, @Ivansfull, @ChocolatefresaMG o @MarioBautista_. 

Los recién mencionados, y muchísimos más, desde nuestro punto de vista merecen un aplauso por dar uso creativo a las redes sociales. Aunque no lo parezca, crear contenido para un indeterminado público requiere de valor, pues si bien tienen mucho seguidores, “likes” y fans con apelativos marcianos; también son asechados por “haters” que ya hubieran acabado con ellos, que si no tuvieran un objetivo y la firme convicción de que lo que hacen les gusta. 

¿O acaso, de repente, todos tenemos el suficiente estómago para leer comentarios negativos y mentadas en nuestras redes sociales? Como usuarios “de a pie”, para nosotros es muy sencillo borrar o activar el candado a nuestras cuentas de redes sociales, pero para estos singulares personajes no: tienen que aguantar el escarnio aún más directo que cantantes o actores reconocidos, pues a diferencia de estos, los “youtubers”, “viners” o “tweetstars”, no tienen quien les filtre las burlas; y cerrarle el paso a los denostadores, implicaría  también dejar fuera a quienes los aprecian y forman la base de su éxito.  

Cierto, hay muchas formas de crear contenido con las redes sociales; y más cierto aún, con objetivos de mayores miras que ser una “estrella pop”, y el ejemplo más cercano que tenemos es @VivoEnCancún, que inició tal cual los jóvenes que hoy son famosos: con un “tweet”, y muchas ganas de hacer algo positivo para –en este caso-, la comunidad local. 

Así como los artistas digitales, @VivoEnCancún también tuvo que hacerse de un lugar con mucho esfuerzo, y hoy, es una plataforma reconocida por su utilidad en la comprensión del poder de las redes sociales para las nuevas generaciones, en gran parte, porque la gente le dio el beneficio de la duda, y “escuchó” su propuesta antes de descartarla per se . 

La libertad que nos provee internet no debería representar el libertinaje que demuestra la crítica mordaz y no constructiva, pues a fin de cuentas, ese “tweetstar” o “youtuber”, tiene el mérito de enfrentarse al mundo por cumplir su meta, tal cual nosotros en nuestra vida diaria, dentro o fuera de línea.

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