#LoMío no es @Blim

El contenido es la esencia del éxito en internet y redes sociales.

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El contenido es la esencia del éxito en internet y redes sociales. A pesar de los mil vericuetos que se ocultan detrás de los medios digitales, lo cierto es que sin hay buen mensaje, no importa el medio en que éste se difunda, será un éxito arrollador. 

Todos sabemos que en México estamos un paso atrás respecto al acceso a la web y medios de difusión no televisivos. Vivimos en una especie de analfabetismo digital, muchas veces por obra y gracia de los apocalípticos, esos seres ciegos y contrarios a la difusión de una cultura de masas entendible y proactiva. 

Hace un par de días, las redes sociales hicieron mofa, por decir lo menos, del nuevo servicio de “streaming” de Televisa, Blim, que se vende como “competencia” de los populares Netflix o ClaroVideo. Dentro de las burlas, chistes, memes y mentadas –porque las hubo-, se esconde un clarísimo mensaje para todos los mexicanos, excepto por las mentes que controlan la empresa de televisión más grande de habla hispana: aunque la mona se vista de seda, mona se queda. 

El punto que puso a #Blim en los “trending topics” es la aparente necesidad de la televisora por perpetuar su modo de hacer las cosas, contrario no tanto a las pautas, sino a la realidad de los medios, del entretenimiento y la misma difusión de información. Cierto es que los mexicanos tenemos bajísimos niveles culturales y una extraña manía por caer víctimas de los “culebrones” televisivos, sin embargo, la amplitud de miras que da el acceso a internet y las redes sociales, despierta nuestro sentido crítico, máxime cuando nos quieren dar atole con el dedo. 

Y eso, precisamente eso, es lo que quieren hacer con nosotros. No sólo Televisa, no únicamente los servicios de “¡Llame ya!”, también instituciones y sindicatos caducos que creen, muy cándidamente, que con tener una aplicación para teléfonos inteligentes darán el salto digital y estarán de “moda”, y ese también es la causa y respuesta a por qué fracasan: la riqueza de contenido en internet, gratuito o de paga, no es una tendencia pasajera o un capricho de tres o cuatro rijosos en las redes sociales, es un hecho que define, desde hace tiempo, el valor de una empresa de difusión.  

Esta es la realidad que los medios de comunicación escrita enfrentamos desde hace más de veinte años, y que la televisión mexicana intentó por todos los medios posibles ignorar sin más, dormida en sus laureles y nichos de mercado, produciendo contenido absurdo, trillado, apostando por la idiotización del televidente; llenando sus espacios con los mismos actores, argumentos, situaciones y risas grabadas, temiendo –como buen apocalíptico-, el despertar “intelectual” de su público cautivo… hasta que internet hizo lo que ni la Ley de Telecomunicaciones logró: democratizar al público. 

Sin embargo, no podemos culpar de todo a la misma televisora que causó el simpático escándalo con #ToqueDeBandera: el origen de que intente vendernos como nuevos en @Blim los mismos programas y películas que repite en @DistritoComedia y @MiCanal5; es nuestra incapacidad para poner límite a nuestro consumo de productos chatarra, y ese extraño gusto mexicano por lo “kitsch”; características por las que la Televisa sabe que puede apostar, porque nunca faltará quien se lo quiera comprar. 

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