Nadie sabe el día ni la hora. Lo único que tenemos seguro en esta vida es que moriremos. Tal vez hoy o dentro de cien años, pero nos tocará cerrar los ojos y voltear a ver las cosas que hemos hecho durante el tiempo que se nos regaló en esta Tierra.

Este lunes 28 de noviembre de 2016 será recordado por siempre, resultado de los 71 muertos que dejó el accidente del vuelo LaMia CP 2933 con destino a Medellín, entre ellos, varios miembros del equipo Chapecoense Brasileño que se dirigía a jugar este miércoles la final de ida de la Copa Sudamericana en contra del Atlético Nacional.

Un pequeño club que en el 2003 estuvo a punto de desaparecer y que tuvo un ascenso inesperado producto de responsables administraciones. Tan sólo tres años después se consagró campeón de la Copa Santa Catarina. Posteriormente, su ascenso fue prodigioso y llegó a subir desde la Serie D hasta la máxima división en el 2013.

En su paso por la Copa Sudamericana 2016 eliminó al Independiente de Avellaneda en octavos, venció al Junior de Barranquilla en cuartos y eliminó casi milagrosamente al San Lorenzo argentino con una actuación magistral de su portero Danilo. Finalmente, llegó a la final en contra del Atlético Nacional, sin embargo, el destino les tenía preparado un lugar en su once titular allá arriba.

Más allá de la tragedia futbolística, es importante comprender que no sólo se perdieron grandes futbolistas, sino padres de familia, hermanos, hijos y más aún, seres humanos, hermanos nuestros unidos por la razón de compartir este mundo. Un gran reconocimiento también a todos los utileros, entrenadores, fisioterapeutas, periodistas, azafatas, pilotos y a todos quienes hayan estado en el accidente, quienes nunca pensaron que en los cielos los estaban esperando.

El Atlético Nacional ya lo hizo público, sin embargo, desde el fondo de nuestros corazones: “De nuestra parte, y para siempre, Chapecoense Campeón de la Copa Sudamericana 2016”.