Los chinos, el Dalái, Jelipillo y la guardería ABC

Está bien que el rencor contra el Tíbet sea infinito para los chinos, pero nada les costaba haber dicho algo menos superficial.

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A unos días de la llegada del presidente Chino, la embajada reconoce que las relaciones con México se enfriaron cuando Jelipillo Calderón, que le encantaba darle de patadas al pesebre, se reunió con el Dalái Lama, cuando uno hubiera pensado que esto se debía al apañón de Zhenli Ye Gon y sus paquetones de dólares, que aún opacan a las pinchurrientas cajas de huevo del químico Granier.

Está bien que el rencor contra el Tíbet sea infinito para los chinos, pero nada les costaba haber dicho algo menos superficial. Los hijos de Mao tendrían que haber explicado que las relaciones con el gobierno calderónico se fueron desmadejando no porque Jelipe confundiera foxianamente a China con Cuba, creyendo que los asiáticos en efecto siguen siendo comunistas, sino porque los escandalizó la manera en que la pasada administración manejó el caso de la guardería ABC.

Sí, lo del Lama, que según los chinos llevó a la cancelación de inversiones, suena tan guango como el argumento de Mancera para explicar la desaparición de una docena de jóvenes en un antro de la Zona Rosa. Por eso los choznos de Zhou Enlai tendrían que haber aprovechado y argumentar que la falta de humanismo, proverbial burocratismo y alucinante desdén con el que Calderón atendió la tragedia de esos niños, los llevó a ver al Estado mexicano con asquito.

Sobre todo porque pudieron haberle rayado todavía más la carrocería a Calderón y de paso quedar como celosos cancerberos de los derechos humanos, cosa que dadas las acusaciones recurrentes en su contra, no les habría caído nada mal.

Además, todos sabemos que los chinos no se molestaron tanto con Jelipillo por lo del Tíbet, sino por la manera tan decidida con la que defendió el hueso de Molinar Horcasitas (el célebre héroe de la Guardería ABC) en el IMSS cuando, dadas las circunstancias trágicas, el despido de un funcionario tan furris (casi del peor nivel que García Luna Productions) habría sido benéfico para la de por sí deteriorada imagen de su gobierno metido en una narcoguerra por demás inútil.

Narcoguerra que, en el peor estilo de los políticos regiomontanos que castigarían hasta con cinco años de prisión lo que con no escasa cursilería denominan cyberbullyng, Calderón urdió peor que policía chino. 

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