Los Chuchos o el estalinismo al revés

Ya Los Chuchos cumplieron su misión de la sumisión y ya es hora de que el PRD recupere algunas bonitas tradiciones olvidadas que le dieron rumbo y certidumbre como la de la subversión y la disidencia.

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Cómo me gustaría tener la claridad futurística de César Camacho que afirma, sin temor a equivocarse, en el mismo tono profético del Brujo Mayor, que en 2014 se acabará el Pacto por México al ritmo de las profecías mayas, para saber qué ocurrirá primero de lo siguiente.

Que caigan los poderes en Michoacán como aspira el PAN y la Cocoa Calderón (y para afianzar tan noble aspiración la dilecta dama no deja de contar cómo hace años se encontró a un niño con una AK47, claro, si en vez de cuestionarlo le hubiera invitado a desayunar quizá hoy no sería líder de los Templarios que se meten al Senado a ver qué gestos hacen); o que Marcelo Ebrard, el espectro que recorre el congreso del PRD, consiga acabar con los poderes de los orcos chuchistas con la espada desenvainada para cortar cabezas como si fuera Uma Thurman en Kill Bill.

Algo que no estaría mal, porque ya estuvo bien de que a la izquierda mexicana se le confunda con una agencia de colocaciones o de gestoría de partes. Ya Los Chuchos cumplieron su misión de la sumisión y ya es hora de que el PRD recupere algunas bonitas tradiciones olvidadas que le dieron rumbo y certidumbre como la de la subversión y la disidencia. Digo, nadie les exigía que se estancaran en el “Patria o muerte, venceremos”, pero tampoco se trataba de que se les pelaran tanto las rodillas frente a la aplanadora tricolor. 

Al PRD, pues, le hace falta una renovadita a profundidad y el apoltronamiento en el poder del chuchismo por ilustrar solo aseguraría el imperio del anticlimax y el estalinismo al revés. 

Digo, al menos lo de Mancera en su constante diálogo con el gobierno federal cobra sentido con el Fondo de Capitalidad.

Por eso, cada vez que se le ve con Peña parece su guarura como en la comida de la CIRT. Pero Los Chuchos, a los que ni las gracias les dan por sus votos a favor de las reformas, pues como que ya chole. Al principio los acérrimos críticos de AMLO llenaban de elogios a Los Chuchos por su naturaleza negociadora, dúctil y políticamente maleable. Es una izquierda moderna, decían. Hoy, de tan serviles, ya solo quedan en calidad de chiste mal contado.

Digo, tampoco es que Ebrard sea el Che Guevara dandy, pero al menos daría una revisada al chuchinero. 
Esto de cualquier manera no habría alarmado tanto a Los Chuchos instalados como están en la plenitud del pinchi poder, si el ingeniero no hubiera renunciado a presidir el partido. Así a Marcelo se le abre una rendija de oportunidad... 

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