Los cien días

Hacer una reflexión seria, profesional, profunda, sobre los primeros cien días del gobierno de Carlos Joaquín González, requiere de un ejercicio puntual del estado de cosas...

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Hacer una reflexión seria, profesional, profunda, sobre los primeros cien días del gobierno de Carlos Joaquín González, requiere de un ejercicio puntual del estado de cosas en que se encontró la administración estatal desde el 25 de septiembre, en que asumió oficialmente el cargo público más importante del Estado.

Carlos Joaquín encontró un gobierno en ruinas desde el punto de vista económico y moral; la herencia perniciosa de quien gobernó de manera intolerante, abusiva y corrupta durante poco más de cinco años, no será fácil de erradicar, requiere de mucha paciencia, tiempo, compromiso y sacrificio.

Es imposible cambiar en unas cuantas semanas toda una estructura de gobierno que se construyó para satisfacer los intereses personales y políticos de los gobernadores en turno, olvidándose del objetivo supremo de todo gobernante: velar por sus gobernados, impulsar programas para mejorar sus niveles de vida.

Atacar por consigna al nuevo gobierno buscando volver a un pasado reciente que la mayoría de los quintanarroenses queremos enterrar para siempre, sólo comprueba que esas voces no están dispuestas a dejar los privilegios que ganaron a fuerza de perder la dignidad y la hombría.

Hoy, muchas de las críticas tienen un objetivo preciso: construir una imagen negativa del nuevo gobierno, atacarlo sin pausas, magnificando cualquier error, lo que obviamente nunca hicieron antes porque vendieron su alma al diablo sin mayores miramientos.

Es complicado asegurar que las acciones de los primeros cien días de gobierno sean todas positivas, pero decir lo contrario también es una exageración, porque en la vida no todo es blanco o negro, hay claroscuros y más en la política.

No somos ingenuos, sabemos que los que hoy critican con saña, son los mismos que ayer hicieron mutis, volviéndose cómplices de un gobierno que abusó del poder y construyó todo un andamiaje de corrupción que terminó por provocar la quiebra financiera de la entidad.

No creemos en milagros, sino en el trabajo arduo, sacrificado, para sacar adelante a Quintana Roo, pues todos los que vivimos en esta tierra, seamos avecindados o nacidos, da lo mismo, formamos un solo estado y no estamos dispuestos a que nos vean diferentes como ocurría antes. 

Cien días es poco tiempo para sacar conclusiones del proceder de un gobierno que heredó una casa en ruina moral y económica, hay que darle el beneficio de la duda. 

Después tendremos todos los elementos suficientes para determinar si miles de quintanarroenses se equivocaron, pero hasta ahora, no podemos llegar a conclusiones definitivas. Eso sí, esperamos que por el bien de Quintana Roo, se ajuste lo que sea necesario y se consolide aquello que ha dado resultados positivos. 

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