Los desastres naturales

Además de arrancarle a una familia un ser querido, ocasionan fuertes pérdidas materiales, como el daño o la pérdida total de viviendas.

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Ante las inclemencias del tiempo hay que reconocer que la naturaleza es la naturaleza y contra ella el hombre nunca ha podido ni podrá, así de fácil. 

En estos días en nuestro país estamos sufriendo momentos realmente difíciles,  ya que en tan sólo 72 horas recibió el embate de tres fenómenos hidrometeorológicos dejando graves daños materiales y, lo más lamentable, la pérdida de vidas humanas aún por cuantificar, ya que únicamente  en una zona del estado de Guerrero fue sepultada media comunidad debido al deslave de un cerro. 

Los desastres naturales, además de arrancarle a una familia un ser querido, ocasionan fuertes pérdidas materiales, como el daño o la pérdida total de viviendas, edificios y otros  inmuebles de empresas privadas y de gobiernos que son centros de trabajo y donde llevan a cabo actividades productivas y de prestación de servicios. Se afecta, y en muchos casos se destruye, la infraestructura carretera y las vías en las ciudades. 

Adicionalmente, se interrumpe la vida normal de las personas. Muchas de ellas pierden temporal o permanentemente sus viviendas, las cuales  dejan de estar en condiciones para ser habitadas. 

De ahí la importancia de restablecer en el menor tiempo posible el servicio de electricidad. Sin éste, por ejemplo, las bombas para distribuir el agua no funcionan, de igual manera las de las gasolineras para abastecer combustibles automotrices, entre otros servicios.

En muchas de las comunidades donde se han presentado estos problemas se ha detectado que la mayoría de las familias afectadas habitaban en las riberas de los ríos o en las faldas de los cerros, sitios realmente peligrosos y de alta vulnerabilidad, situación que de entrada agrava los problemas de atención a la emergencia. 

Este 2013 cumple 15 años el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), diseñado y puesto en marcha por Max Diener Sala, Fausto Hernández Trillo y Ricardo Toledo. 

Si bien desde 1996 ya se preveían recursos en el presupuesto federal para atender siniestros provocados por la naturaleza, fue hasta 1998 que se definió la cobertura de riesgos, se establecieron las reglas de funcionamiento y se marcó una ruta para crear una mutualidad con los gobiernos estatales y municipales para buscar instrumentos de seguro y reaseguro para potenciar al Fonden. 

Su propósito original fue proveer recursos para reparar la infraestructura no asegurable del gobierno federal, estatal y municipal, dañada por un desastre de la naturaleza. Y se fijó como objetivo estratégico complementar los sistemas de prevención, protección civil y apoyo a damnificados.

Pero hay algo que quiero reconocer en este CALEIDOSCOPIO y eso es la enorme respuesta de los habitantes del estado de Yucatán ante esta desgracia que están viviendo nuestros hermanos de Guerrero y Veracruz y es que me ha tocado nuevamente vivir en carne propia la emoción de la gente llevando víveres al centro de acopio que instaló el gobierno del Estado bajo la coordinación de la Unidad Estatal de Protección Civil. 

En tan sólo tres días se lograron recolectar poco más de treinta toneladas de víveres, los cuales fueron llegando en bicicleta, moto, auto, camioneta, camión o a pie, nada impidió a la gente llevar su granito de arena para ayudar a nuestros hermanos en desgracia. 

Estando en la puerta del centro de acopio llegó una señora con cuatro bolsas de víveres, me acerqué a ayudarle con su pesada carga y doña Gloria (supe después su nombre) me dijo: “Le estoy regresando a los hermanos de Guerrero lo que ellos me mandaron cuando Isidoro destruyó mi casa”. 

Eso me dejó con un nudo en la garganta. Las pérdidas de vidas humanas son irreparables, pero son auténticas desgracias cuando las muertes pueden ser evitadas. 

Los efectos devastadores provocados por los meteoros que simultáneamente han azotado al país, tanto por el Golfo de México como por el océano Pacífico, nos tienen que hacer pensar y actuar.

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