Aún no se disipaba el estruendo de la salva de artillería en la conmemoración del Centenario de la Defensa de Veracruz, el pasado lunes, cuando Estados Unidos anunciaba la venta a México de 18 helicópteros Black Hawk por un monto de 680 millones de dólares.

Con esa adquisición, se dijo, las Fuerzas Armadas mexicanas incrementarán de manera significativa su capacidad aérea en operaciones antidrogas. Sin embargo, la noticia originó comentarios adversos, desde el gasto -que incluye equipo suplementario, capacitación y mantenimiento- hasta la sospecha de que fueran aeronaves obsoletas.

Quizá la (¿excesiva?) exposición de los militares en los medios les ha puesto reflectores, pues se olvida que la renovación de aeronaves se realiza con cierta frecuencia: a mediados de 2011, el Ejército recibió dos Cuougar EC-725, y la Armada tres helicópteros Black Hawk UH-60M bajo el programa Iniciativa Mérida por parte de EU.

Por otra parte, la compra de material y equipo está prevista en los programas de adquisiciones 2014 de Sedena y Semar, sin olvidar que la Marina perdió dos aeronaves durante sus operaciones el 10 y 14 de abril pasados, en Tamaulipas y Michoacán, respectivamente.

La nota omite precisar si se trata de equipo nuevo, pero, si fuera usado, se descarta que esté obsoleto, ya que Estados Unidos renueva su material bélico cuando llega al límite de su tiempo de vida, no porque esté inservible. 

Una muestra de lo anterior es la veintena de buques que México recibió a principios de los años 70. Eran dragaminas construidos en EU para la Segunda Guerra Mundial, utilizados aquí como guardacostas; cuatro décadas después varios siguen en operación custodiando las costas nacionales.

Finalmente, hay que destacar que los helicópteros Black Hawk facilitan las operaciones de búsqueda y rescate para salvaguardar la vida en tierra y mar, así como brindar auxilio a la población en zonas de desastre, una de tantas tareas importantes de marinos y soldados. Vale la pena, ¿no le parece?