Hoy hablaremos de un tema al cual año tras año esperamos a veces con mucho miedo, a veces con mucha ansiedad: los ciclones tropicales; a partir del 1 de junio y hasta el 30 de noviembre la Península de Yucatán y en especial el Estado están bajo el riesgo de ser azotados por uno de los fenómenos atmosféricos que más daño causan al hombre. 

El ciclón tropical es un sistema atmosférico cuyo viento circula en sentido contrario a las manecillas del reloj en el Hemisferio Norte, que es donde vivimos, y a favor de las manecillas del reloj en el Hemisferio Sur; su energía proviene del sol al calentar las aguas de los océanos; para que un fenómeno de éstos pueda darse se necesita: que la temperatura de la superficie del mar esté a 27°C o mayor, una baja presión en la superficie, una alta presión en los niveles medio y superiores y que exista una agrupación de tormentas. 

Cuando este sistema alcanza vientos superiores a los 119 km/h por lo general tiende a formar un centro en torno al cual gira todo y se le conoce como ojo del huracán, cuya función es proveer de energía a este sistema meteorológico.

Hay dos etapas en la temporada de huracanes: la primera inicia el 1 de junio y abarca hasta fines de julio y la segunda inicia de la segunda semana de agosto y finaliza el 30 de noviembre; de las dos etapas, hay una parte en la segunda, que abarca desde la última semana de agosto, todo septiembre hasta la primera quincena de octubre, la cual es la más intensa y peligrosa, ya que es cuando se forman los huracanes más intensos; septiembre ha sido el mes en que la Península de Yucatán ha sido afectada por los peores huracanes de la historia, basta con recordar a “Gilberto” e “Isidoro” que nos afectaron ambos en septiembre. 

Por ultimo, según la estadística, a Yucatán cada 9 años le debe de afectar un huracán intenso y ya llevamos 12 años en que la suerte nos ha favorecido sin que eso ocurra. La pregunta es: ¿seguirá la suerte esta temporada? Muy pronto lo sabremos.