La nueva Coparmex en manos del empresario Eloy Peniche Ruiz se ha presentado con un ambicioso plan de trabajo en busca de recuperar esa imagen otrora favorable para todos sus miembros y no solo de un grupo, como se le percibía hasta hace pocas semanas. El fin último, ha dicho, es desplegar una estrategia para consolidar la competitividad del sector.

La tiene difícil. De acuerdo con sus propios números, intentará elevar en aproximadamente un 30 por ciento su membresía en lo que resta del año, para pasar de 150 a unos 200 afiliados. La meta es sumar un total de 250 al cierre de su gestión, en 2017. Es difícil, insisto, pues el Centro Empresarial de Quintana Roo no ha estado exento de procesos internos en los que ha imperado la desunión. 

Eloy Peniche piensa dejar atrás un época marcada por imposiciones, incertidumbre y desencuentros, para emprender una de propuestas, incentivos y soluciones, más allá de lo comercial; por ejemplo, involucrándose en el tema electoral al organizar foros con los candidatos o preparando a observadores, así como colaborando en planes de estudio con universidades para fomentar así la innovación, la creatividad y la profesionalización de los sectores ligados al empresarial. De esta manera, aspira contribuir al progreso general del Estado, ha declarado. 

Si el desafío mayor es consolidar la competitividad, deberá convencer a micros, pequeñas y medianas empresas de sumarse al proyecto, pues son las que más generan empleos y las que son capaces de reactivar la economía. Para ello deberá gestionar de diversas instancias estatales y federales recursos disponibles para apoyar al ramo, un asunto clave que le permitirá posteriormente el anhelado acercamiento con todos los prospectos.

Peniche Ruiz entiende perfectamente el complicado panorama económico en torno a la inflación, al cierre de negocios, al aumento de impuestos y otros factores incluso intangibles o que prefieren ocultar, lo que es una ventaja. Hace pocas semanas, la Canaco-Servytur de Cancún reveló que desde finales del año pasado casi 250 negocios afiliados cerraron sus puertas, lo cual representó un incremento superior al 25 por ciento frente a los más de 190 que suspendieron operaciones en 2013. Aunado a ello, un grupo numeroso de comerciantes está al borde de la quiebra por recibir a pocos clientes, sobre todo los de aquellas zonas donde las obras públicas han interrumpido o paralizado casi en su totalidad la dinámica económica, como los establecidos en las avenidas Tulum y Yaxchilán.

La Coparmex estima que cerca del 25% de las empresas locales tienen alguna dificultad para mantener su operación, particularmente las que no están ligadas a la actividad turística de manera directa, como las dedicadas a los giros de mantenimiento o construcción, y un 70% de estas no puede acceder a un crédito para mantenerse a flote.

Entonces, antes que todo el líder tendrá que dar “oxígeno” a esas empresas al borde del colapso para convencer de manera idónea. Por cruel que parezca, los negocios sin futuro de nada sirven a un objetivo de largo plazo como los que se plantean, en tanto consigue coordinarse con otros grupos empresariales para trabajar en equipo y sacar mejor provecho en bloque de aquellas instancias que inyectan dinamismo con recursos y materiales.

Ese proceso le dará margen suficiente para acercar a los conglomerados que antes se fueron por las pugnas internas y podrá recién pensar en dar los otros pasos. Es obligatorio, si pretende remozar en serio la imagen deteriorada y cumplir cabalmente su encomienda.

Con este panorama y estas estadísticas, que evidencian una realidad poco grata pero sí realizable, debe estar trabajando ya la nueva comitiva. 

Eloy Peniche empezó con el ímpetu suficiente para dar una primera impresión aceptable a los que tiene en la mira.