De dirigir Coca-Cola en Latinoamérica, gobernar Guanajuato, echar al PRI de Los Pinos y fundar su Centro para la Formación de Líderes, Vicente Fox volvió a su rancho a criar vacas y cultivar maíz, papa, lechuga y brócoli.

Versátil como es (adaptable con facilidad a diversas funciones, pero quizá de carácter voluble o inconstante, según el diccionario) y, claro, ya sin la carga presidencial, al ex le dio, primero, por sumarse a los promotores de un amplio debate sobre la despenalización de las drogas, y ahora se apunta para entrarle a la siembra y explotación comercial de mariguana.

En México, dijo ayer, los prohibicionistas “deben quitarse la venda” y avanzar hacia la industrialización de la yerba.

Y porque en universidades como Berkley o Harvard “tienen ya considerado que el uso de la mariguana puede ser curativo para el cáncer y, untado, para raspones, torceduras y chipotes”, no debe extrañar que el cazador de “tepocatas, alimañas y víboras prietas” esté más que puesto para alentar hoy, en el país donde debió inhibirlo, el consumo de mota.