Los retos del Atlas

En junio pasado se ordenó que se redefiniera el Atlas Nacional de Riesgos para determinar las vulnerabilidades del país en las zonas de riesgos.

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El pasado martes, el presidente Enrique Peña Nieto instruyó al secretario de Gobernación a tener, lo más pronto posible, el Atlas Nacional de Riesgos, un documento que desde junio pasado ordenó que se redefiniera para determinar las vulnerabilidades del país en las zonas de riesgos.

La orden dada hace cuatro meses no se cumplió. Se enfrentó la contingencia por los huracanes Manuel e Ingrid como siempre, sobre la marcha… y afloraron los desaciertos y llovieron las críticas, a veces desproporcionadas.

Me pregunto si esto no basta para, además de redefinir el Atlas, definir que quienes operen los Consejos Estatales de Protección Civil sean las fuerzas armadas, que ya tuvieron el reconocimiento público de Peña Nieto, pero siempre lo han tenido de la población civil.

Cierto, hace falta incrementar la cultura de la prevención en esta y otras materias, porque es preciso que la población sepa cuándo y cómo cuidarse ante la presencia de fenómenos naturales. 

Para eso sirven los simulacros, como el realizado en julio pasado en puertos del oriente de Yucatán, donde en años recientes, ante la amenaza de un ciclón, los habitantes fueron llevados a lugares seguros. No pasó nada, pero  es ejemplo de que el primer paso en estas tareas es la prevención. 

No es ocioso insistir. Desde que un destacamento militar se establece, se levanta una información general del área que contempla, entre otros aspectos, ubicar zonas críticas, rutas de acceso y salida, etc. De esta información se valen el Ejército y la Armada al aplicar sus planes DN-III y Marina.

Dejemos pues a los civiles encabezar el Sistema Nacional de Protección Civil, pero que militares coordinen los Consejos de los estados. Como dicen en el boxeo, los de “pantalón largo” que operen desde el escritorio, sin necesidad de mojarse los zapatos; los de uniforme y botas pueden andar en ríos, cerros y pantanos porque saben cómo moverse, es parte de su tarea.

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Anexo "1"

Juzgados por civiles

Era una madrugada de principios de los años 80, en la entonces VI Zona Naval de Guaymas, Sonora. Un joven infante de marina realizaba su turno de vigilante en la Guardia en Prevención donde tenían confinado a un tercer maestre (sargento segundo) que iba a ser trasladado a la ciudad de México para ser juzgado por usurpación de funciones.

La caseta de la guardia no tenía un lugar seguro para alojar detenidos, lo cual aprovechó el maestre para huir por una larga callejuela que desembocaba en la avenida principal del puerto. El infante corrió tras él y, como marca el protocolo, le ordenó detenerse tres veces, luego disparó al cielo para amedrentar al fugado, quien por fin se detuvo. Solo que en Guaymas abundan los cerros y en ellos hay viviendas: la bala mató a una joven. El joven marino fue detenido y llevado a la ciudad de México donde fue juzgado por un juez civil, al igual que el frustrado prófugo.

Relato la anécdota porque esta semana la Comisión de Justicia del Senado inició las audiencias públicas para analizar la reforma de justicia y fuero militar, que pretende actualizar el marco legal en la materia.

Los senadores pretenden reformar el artículo 57 del Código de Justicia Militar, argumentando que se busca fortalecer su institucionalidad y su actuación en el marco de los derechos humanos. Especialistas en el tema se pronuncian por cambios mínimos al advertir que las reformas al fuero militar pueden dañar la disciplina y con ello pegar a defensa y seguridad nacional.

En la primera mesa fueron invitados José Alfonso Suárez del Real, asesor en seguridad nacional; José Medina González Dávila, de la Universidad Iberoamericana; Ricardo Sodi Cuéllar, catedrático de la maestría en derecho militar de la Universidad Anáhuac; y Javier Oliva Posadas, politólogo y experto en asuntos de seguridad nacional.

Javier Oliva sostuvo que la historia demuestra que el código ha funcionado bien por años y que es mejor dejarlo como está. Destacó que no puede haber tolerancia cuando se cometen delitos, pero hoy los militares ya son juzgados y de manera firme.

Sodi Cuéllar consideró que no pasa nada si los militares son procesados por tribunales civiles porque “ya son juzgados". Todo lo demás que cometan militares como secuestro, robo, homicidio, deben ser juzgados por civiles, porque no son delitos del fuero militar.

En resumen, consideran los especialistas que se requiere aprobar un Código de Justicia Militar que vaya a la esencia de los delitos militares, como la insubordinación, deserción, abuso de autoridad y sus variantes.

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