Mamá Rosa y la justicia

En lo que toca a la señora Verduzco, ¿cuál sería la razón de proceder contra ella de manera tan contundente?

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Las denuncias y evidencias parecen confirmar la existencia de una siniestra realidad: el albergue La Gran Familia se había convertido en una suerte de prisión para los niños y jóvenes rescatados en su momento por Rosa del Carmen Verduzco, Mamá Rosa, donde, además, recibían maltratos, eran explotados sexualmente y obligados a mendigar en las calles. 

Como siempre, es difícil saber la verdad. En este país, todo lo relacionado con la justicia lleva un oscuro sello de sospechas y especulaciones.

Casi nada es lo que aparenta ser y no hay tampoco manera de que sea emprendida una acción judicial sin que la propia autoridad sea cuestionada. Ha habido, desde luego, episodios verdaderamente esperpénticos: una osamenta sembrada en la finca El Encanto para acusar a Raúl Salinas de Gortari de un asesinato, una adivina que trabajaba para la mismísima Fiscalía de la nación, un líder sindical petrolero detenido aparatosamente bajo cargos desmesurados, una aprehensión de un secuestrador y su novia escenificada para una televisora, la detención de militares honorables por la denuncia de un testigo protegido de muy dudosa probidad, la presentación de un narcotraficante que posteriormente resulta no ser quien las autoridades dicen, en fin, los gazapos judiciales, por omisión o por deliberada iniquidad, han estado a la orden del día.

Pero, en la gran mayoría de los casos dudosos, ha habido intereses muy concretos y propósitos bien precisos para llevar a cabo las acciones, así fuere para aparentar que se estaban haciendo los deberes: Joaquín Hernández Galicia había desafiado abiertamente a quien llegó a ser un muy poderoso presidente de la República y el fiscal Pablo Chapa Bezanilla quería ofrecer resultados más o menos rápidos.

En lo que toca a la señora Verduzco, ¿cuál sería la razón de proceder contra ella de manera tan contundente? ¿No podemos meramente pensar, más allá de que la mujer haya tocado las fibras sensibles de varios personajes de relumbrón, incluidos un premio Nobel de literatura y un ex presidente de la nación, que esos niños que recibían sevicias son importantes?

Quienes deseamos que México se vuelva un país de leyes —la primerísima asignatura pendiente que tenemos, de la cual se deriva el propio tema, tan acuciante, de la seguridad pública— podríamos pensar, a propósito de la historia del albergue La Gran Familia, que en algún momento hay ya que empezar a actuar y resolver las cosas. Y, con perdón, las formas —sin duda excesivas— no son el fondo de este asunto por más que mucha gente quiera evidenciar, con sorna, el desmedido despliegue de las fuerzas policiacas en la operación.

Una de las manifestaciones más inquietantes de la naturaleza humana es el ocultamiento de la perversidad bajo un manto de calculada virtud. En la galería de los simuladores, ya teníamos a un Marcial Maciel. La inocencia de Mamá Rosa está ahora bajo la lupa. 

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