Mancera, si te dices Mancera

Ya si no pueden resolver las broncas de la UACM, podríamos esperar una intervención de la CNDH.

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¿No es increíble que el cónclave, con sus intrincados laberintos de lucha por el poder, se resolviera más rápidamente que las broncas en la UACM? Y es muy probable que dejen de haber matazones que aviven la llama del hashtag #Reinosafallow, rinconcito donde hacen su nido los impunes del bar, antes de que el conflicto en este recinto del saber donde al parecer hay más grillas que juniors de líderes sindicales instalados en el livin la vida loca.

Se pensaba que ante la existencia de dos rectores todo sería más fácil, como en la Santa Sede. Así la señora Orozco, que está aferrada al hueso de una manera por demás extraña, superando en ese rubro a muchos góbers preciosos, podría organizar su maximato. De la misma manera que el recién nombrado Enrique Dussel Ambrosini, al que acusan de espurio nomás por haberse metido a la brava, podría comenzar a poner orden en aquel merequetengue. Se le ve confiando al hombre, quizá porque debe suponer que su origen argentino le sirve de blindaje más que el apoyo de GDF. 

Ya si no pueden resolver las broncas de la UACM, podríamos esperar una intervención de la CNDH. Sobre todo si logra que sus señalamientos contra García Luna Productions prosperen y sus amigos prosperen. Porque, de no lograrlo, es muy probable que el Rey del montaje termine haciendo telenovelas en alguna de las nuevas televisoras que habrán de aparecer, con la prisa que tienen por meterle watts a las reformas en telecomunicaciones, seguramente pasandito Semana Santa. Allí el distinguido creador del  reality show El amor tiene cara de Cassez, podrá hacer el big brotherazo de charros sindicales que todo México espera: Ustedes los Gordillo, nosotros los Robero Deschamps, vosotros los Napitittitititos papaloys.

Lo bueno que con la reforma educativa peñista esto no va a pasar. Sobre todo porque los maestros que quieran protestar serán sometidos a la terapia Gordillo, y aunque tendrán derecho a disentir, estará difícil que lo puedan exhibir o debatir. En el mundo feliz de don Chuayffet las cosas serán tan de caramelo que no habrá censura sino tonsura para que haya mesura.

Como sea, a Mancera en sus 100 días tiene que seguir las sugerencias de José María Napoleón en su clásico “Hombre, si te dices hombre, no interrumpas tu jornada” porque ya se reactivó el conflicto en Ciudad Universitaria entre pseudoestudiantes y pseudogranaderos. 

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