Más impuestos, menos austeridad
Si faltan recursos, el bolsillo de los contribuyentes es opción preferente antes que la austeridad prometida.
Los recursos públicos siempre serán insuficientes para hacer frente a las graves carencias y rezagos que en diversas áreas padece la sociedad, y por tanto, se espera que un buen gobierno administre los escasos recursos con que cuenta con la mayor eficiencia, transparencia y austeridad.
En sus primeros meses de ejercicio, el actual gobierno estatal se comprometió -entre muchas otras cosas- a un feroz combate a la corrupción, una enorme transparencia en el ejercicio del gasto y a una aplicación austera del presupuesto público.
En el balance actual no asoma proceso alguno contra la corrupción que caracterizó a la administración pública antecesora. La transparencia prometida y el involucramiento de la sociedad en la vigilancia de la aplicación del presupuesto público siguen pendientes. Y en materia de austeridad poco se ha visto y menos se avizora con un Presupuesto de Egresos para el 2014 en el que, por ejemplo, se incrementan en más de 600% los gastos de comunicación social y publicidad y en más de 300% los que tienen que ver con vestuario, blancos y artículos deportivos.
Además, en adición a los impuestos incrementados por el Gobierno Federal, la administración estatal receta a los ciudadanos incrementos -fuera de toda proporción- en algunos derechos por servicios públicos. Si faltan recursos, el bolsillo de los contribuyentes es opción preferente antes que la austeridad prometida. No importa si hay desaceleración económica y falta de empleo.
Insistimos en que los gobiernos no son generadores de riqueza. Lo son la iniciativa y la creatividad particular de los ciudadanos con su trabajo diario.
Falta de austeridad, permisividad en la corrupción, falta de transparencia y excesivas cargas tributarias dan al traste con todo lo bueno que puedan traer los necesarios y hasta positivos programas sociales en su lucha contra la pobreza.