Más Platón menos Cuauhtémoc Blanco

Para ejercer el poder hay que prepararse, hay que instruirse; los que deben ejercer el poder son aquellos que han cultivado positivamente el arte de la política.

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Ahora sí me los chingué, me los chingué y estoy muy feliz.- Cuauhtémoc Blanco, alcalde de Cuernavaca

Una de los tantas diferencias filosóficas entre Platón y su discípulo Aristóteles fue precisamente determinar si los seres humanos son capaces de entender las cosas públicas no obstante carecer de instrucción o especialidad en ello o si por el contrario podemos entender y resolver en forma innata los problemas de la ciudad sin necesidad de estudiar el fenómeno político como tal. En el primero de los planteamientos se encuentra Platón y en el segundo, Aristóteles. Hay en la historia de la filosofía quienes la dividen en platónicos y aristotélicos.

Platón refiere a las virtudes cardinales que deben tener los hombres en el ejercicio del poder como: la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia. Para ejercer el poder hay que instruirse en el arte de la política y prepararse como si se tratase de cualquier otro oficio, ya sea zapatero, plomero o pintor. En tanto, Aristóteles hace referencia al zoon politikon de todos los seres humanos, es decir, todas las personas somos animales políticos y como tales somos capaces de entender las cosas que suceden dentro de los límites de la polis. Esta es una disputa milenaria.

En nuestro país, el fenómeno de la participación de personas de la sociedad civil como candidatos a cargos de elección popular se ha incrementado, esto en parte ocasionado, entre otras causas, por la falta de confianza en los partidos políticos. Han surgido a la vida política personajes como la actriz Carmen Salinas, el payaso Lagrimita y, por supuesto, el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, entre otros.

Me señalarán algunos lectores que tampoco los de la llamada “clase política” han sabido dar respuesta a las necesidades sociales de las personas y, por tanto, habría por lo menos que darles la oportunidad a estas personas supuestamente apolíticas para ver cómo gobiernan. Pero tendrán que estar de acuerdo en que estos experimentos sociales pueden tener graves y nefastas consecuencias en el desarrollo de nuestras sociedades.

Me inclino más hacia la postura de Platón. Para ejercer el poder hay que prepararse, hay que instruirse; los que deben ejercer el poder son aquellos que han cultivado positivamente el arte de la política. No vaya a ser que el día de mañana, el mandatario en turno sea algún personaje de estos populares que proponga curar la jaqueca con un tiro en la cabeza.

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