Para tratar el tema de hoy invité a don Observoscopio Todano, singular personaje oriundo del Mezquital, Suchipango. Astuto analista, es sin duda la voz más autorizada para comentar los escándalos de espionaje, intervención telefónica, videos y fotografías que circulan impunemente por la red y medios masivos de comunicación. 

Asunto de perspectiva –comenta-.  Es inaceptable a todas luces que individuos maniobren receptores ajenos, hagan retratos, filmen cobardemente a terceros y los exhiban sin pudor, amparados en la impunidad de un Estado deficiente que alienta −con su indiferencia y marasmo− la violación de garantías individuales.

Asuntos como el de los diputados del PAN, Purificación Carpinteyro y recientemente el comunicador Pedro Ferriz de Con crean desconfianza, la grave preocupación que no sean investigados y los delincuentes se sigan burlando de la ley.

Dado que Osorio Chong se hace el occiso y Peña Nieto no comenta nada, en el tremendo desmadre del México de hoy se antojan precauciones mínimas, sobre todo tomando en cuenta la doble moral y lo desentendidos que somos cuando nos gana la hormona; o la hermana de algún  amigote.

Pondré algunos ejemplos: allá usted si tiene un amante, pero óigame bien: ¡jamás le hable desde su móvil! Compre uno de doscientos pesos y asegúrese de colocar franela roja en la bocina para distorsionar la voz. Nunca, nunca diga su nombre.

Si siente el antojo de compartir aspectos privados de la reforma en que participa para especular y propiciar negocios personales, adquiera el “TransforFox” que emite el tono de voz de un vendedor de gelatinas del mercado de la Merced.

Si lo invitan sus correligionarios a un fiestón tropical en Puerto Vallarta, porte una máscara con el rostro de uno de sus opositores en la Cámara.  

Obvie reloj, collar y en lo posible no se exhiba por toda la casa con la suripanta. De ser afecto a centros de baile en la mesa, abusar del alcohol y mentarle la madre a la justicia, contrate un doble que garantice que a esa hora usted estaba en casa, en compañía de los suyos. 

Insisto –advierte don Observoscopio− nadie está seguro de su intimidad. “Un mundo nos vigila” y todos tenemos cuentas pendientes por pagar. Recuerde la sabiduría popular sustentada en el socorrido: “Vergüenza no es robar, sino que te cachen”.
 

¡Vaya biem!