Matando a Édgar

La pena de muerte en Texas es un trámite, un castigo, una revancha que atribuyen a la justicia.

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El día más pensado lo voy a hacerFlorestán

Hoy a las 6 de la tarde tiempo del centro, en la cámara de la muerte de la prisión de Huntsville, en Texas, le aplicarán una inyección letal al reo mexicano Édgar Tamayo, acusado de matar a un policía, en Houston, hace 20 años.

A las doce recibirá por última vez a sus padres, a sus hermanas y a sus dos hijas, en la cárcel de Livingston, donde pasa sus últimas horas.

Una hora después, Tamayo, de 46 años, de los cuales ha pasado 20 en una celda, será trasladado al penal de Huntsville, un complejo penitenciario a cien kilómetros de Houston, donde será ingresado a una de las cinco celdas del pabellón de la muerte.

Ahí, en su última celda, casi nada: un baño a la vista de todos con regadera, una cama, una Biblia y un reloj que marcará sus últimos minutos y la hora de hacer el paseíllo final hacia la muerte, acompañado de una autoridad del penal, un sacerdote y una pequeña escolta de custodios.

Lo meterán a una especie de quirófano, esa impresión da, de no saber que es una cámara de muerte donde por décadas estuvo una silla eléctrica hasta que prohibieron la pena máxima en Texas, que luego, a su reanudación, fue sustituida por la camilla donde ejecutan a los condenados.

A Tamayo le quitarán la cadena en la cintura, las esposas de manos y pies, lo acostarán en esa cama, lo atarán con unas correas, le aplicarán la inyección letal. En dos minutos estará muerto.

Hasta ese momento, las miradas de los testigos de la ejecución y la esperanza de sus familiares estarán fijas en un teléfono con una luz, al que nunca llegará la llamada del gobernador de Texas, Rick Perry, posponiendo la ejecución.

Así es la pena de muerte allá: un trámite, un castigo, una revancha que atribuyen a la justicia.

RETALES

1. AGENDA. Una expresión de la división que vive el PAN son las prioridades que tienen sus bancadas en el Senado y en la Cámara de Diputados. Unos con una agenda, otros con otra. Dirán que no, pero es la percepción y su discurso. A ver cómo les va en las plenarias;

2. SÍ REELECCIÓN. El caso de Gustavo Madero es el de una reelección no anunciada, pero muy cantada. Las elecciones internas serán al menos en mayo. A la aprobación de su reglamento en el IFE, deberán correr 90 días; y

3. ROBO. El asalto al secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete, en el centro comercial Antara de Polanco, retrata la fragilidad de todos. Dijo que no llevaba la escolta del Estado Mayor Presidencial, porque era domingo, lo que para ese círculo es un error de seguridad y una afrenta. Y que levantó el acta porque es una obligación ciudadana. Todo le representó un costo, si se suma el tema del reloj que, afirma, le regaló su papá. No volverá a salir solo ni a la esquina.

Nos vemos mañana, pero en privado

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