¿Matarili al ma...?

Pero lo bonito es que la Corte haya tenido el tino de acotar que este fallo se concentre en la ofensa a los homosexuales

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El imperialismo de lo políticamente correcto vuelve a atacar. Como si no hubiera suficientes problemas en esta patria que tiene algo de cruz y del pantera, a la Suprema Corte le dio por aplicar el florencecassesazo pero en el territorio del eufemismo lingüístico.

En vez de ir a corretear al ex góber Granier de Tabasco (al que recordamos por su manera de hacer melodrama ranchero cada vez que había un desastre natural, todo mientras se despachaba con la cuchara grande), sobre todo antes de que Robero Deschamps huya con él en un Ferrari rojo, a los señores ministros les da por creer que por señalar ciertos términos como “maricón” y “puñal” pueden contribuir a acabar con la discriminación hacia los homosexuales, que es como creer que burlarse de Chávez acabará con el chavismo.

O pensar que por meter al tambo a todos los Gordillo de la patria se acabará el charrismo sindical. O que por quitarles el fuero nuestros funcionarios, mandatarios, legisladores y magistrados renunciarán a la dicha inicua de vivir en la plenitud del pinchi poder.

Aunque la semántica es un poderoso elemento para acabar con un problema milenario como la homofobia, no hubiera estado mal que la Tremenda Corte señalara cuestiones más significativas. Ya se sabe que en estos tiempos se continúan con ejercicios de violencia un poquito más fuertes que la repetición hasta el infinito de una rola de Molotov.

Por lo pronto, el término “Maricón” está más en desuso que la Constitución, y “Puñal” palidece ante el incesante, corrosivo y punzocortante vocablo por todos tan temido y por tantos tan usado: “Puto”. Contra ese no dijeron nada, como si su connotación no fuera aún más castigadora, bulleadora y ojeta.

Y qué decir que unos días antes del Día Internacional de la Mujer, esta gran institución justiciera no hiciera al menos unos cuantos gestos ante un término que necesitaría de una buena dotación de exorcismos: “Puta”. Han de creer que esa palabra no está para ofender sino solo para definir.

Pero lo bonito es que la Corte haya tenido el tino de acotar que este fallo se concentre en la ofensa a los homosexuales, y las deje proceder cuando se relacione con una supuesta falta de valentía y arrojo.

O sea. Es más lógico que Murillo Karam anuncie que no tiene nada contra Granier y que Manlio Fabio Superstar defina las acciones del procurador como de “impecable proceder”.

Quizá en la Tremenda Corte han escuchado demasiado aquello de matarili al maricón. 

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