Recibo en mi teléfono un mensaje de una querida amiga, profesional de medio tiempo, ama de casa de medio tiempo, madre de una adolescente y uno de los dos ingresos en un hogar sin apuros, pero lejos de la bonanza: “Con el IVA a colegiaturas, 32 por ciento al ISR y el gravamen a la hipoteca, me pasan a joder, pasaré a clase baja”.

Ella es de izquierdas, votó por López Obrador, simpatiza con los maestros, pero está enojada con la iniciativa de reforma hacendaria. De otra forma, no entendería su segundo mensaje: “¡Sin duda, viva el país de los jodidos!”
Sorprende, por lo mismo, el beneplácito, el júbilo del PRD ante la reforma, que presentan como un triunfo. Más cercano a mi amiga se escucha al lopezobradorismo.

“El paquete es un golpe muy fuerte a las clases medias”, me dijo Martí Batres, presidente de Morena. “En el fondo, debemos preguntarnos si en verdad se requiere aumentar los impuestos. Nosotros consideramos que no. Entre otras cosas, porque los gobernantes, la cúpula del Estado, no han cortado una flor de su jardín. Siguen con enormes privilegios y, sin embargo, se le pide a las clases medias que aporten más”.

Batres enumera, en negativo, el IVA a colegiaturas, hipotecas, alquileres, etcétera. Incluso el aumento a 32 por ciento de la tasa del impuesto sobre la renta. “En realidad, afecta al pequeño y mediano empresario y comerciante, que no tienen un conjunto de facilidades fiscales que se acuerdan en los más altos niveles”, concluye. “A quien pasan a pegarle es al pequeño y mediano empresario. Es un paquete contra la clase media”.
Mientras, el PRD canta y baila.