"Meditaciones de cuaresma"

Señor, te busco en la soledad y clamo tu presencia, y al no encontrarte, mi ser queda más solo.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En esta Semana Santa de la Cuaresma ¿estás buscando a Dios?, ¿vas a colaborar en crucificarlo?, o ¿estás en espera de que Él nazca en tu corazón?

Me permito compartir estas meditaciones que escribimos, para ser reflexionadas en la Semana Mayor de esta Cuaresma: “Señor, te busco y no te encuentro. Te busco en los templos y siento su vacío y a mi espíritu le entra la nostalgia, al buscarte y no encontrarte.

Te busco en los altares y siento el mármol frío, que me entume las articulaciones y... se me congela el alma.

Señor, te busco en la soledad y clamo tu presencia, y al no encontrarte, mi ser queda más solo, naciendo en mi pecho la depresión y la tristeza.

Pero cuando te busco en el servicio con el hermano que sufre, que lo agobia la enfermedad como garra que desangra. ¡Te encuentro!, y mi alma se agiganta, y mi ser palpita de alegría, al sentir tu amor que me transmites, cuando ayudo y consuelo a mis hermanos.

Te encuentro cuando ayudo al prójimo necesitado. Y me hablas tan claro, y me dices que me quieres, que me amas, y te siento... ¡cómo siento tu presencia!. Te presentas como un fuego que da vida y calcina mis penas y destruye mis pesares.

Señor, qué fácil es encontrarte, a veces sin buscarte. Te encuentro en el niño enfermo, que por medio de mis manos tú actúas en curarlo; te encuentro en el que está preso por una condena injusta; en el prójimo que sufre cuando el dolor lo atormenta y no encuentra un alivio a su pena; en la viuda que llora su soledad en la ausencia del amor perdido; te encuentro en el enfermo de SIDA, que por medio de nuestra ciencia tú lo ayudas y reconfortas.

Señor, te encuentro en cada momento cuando sirvo, y me olvido de mi egoísmo.

Te encuentro, y tu amor me quema, sanando mis heridas, reconfortando mi alma, iluminado mi vida.

¡Hay Señor, qué fácil es hallarte! Sólo basta buscarte donde menos pensamos, y ahí te encontraremos”.

Lo más leído

skeleton





skeleton