No fue la mejor estrategia

La estrategia del PRI, de esperar pacientemente los resultados para manifestarse públicamente, no resultó del todo adecuada y causó incertidumbre entre sus simpatizantes.

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El trabajo partidista no se agota con el cierre de campaña, ni el día de la elección, ni siquiera cuando se dan a conocer los resultados definitivos de las votaciones, pues, aunque lo definitivo son los fríos números, resulta primordial la impresión que se deja entre la gente sobre los resultados. Así se dan casos en que las victorias pueden no ser complemente aprovechadas  a favor de la causa del partido triunfador, por lo que se han diseñado procedimientos, o protocolos, a seguir  el mismo día de las votaciones, y en especial en el lapso que va del cierre de casillas a la entrega de los resultados por la autoridad electoral.

Tengo la sensación de que a nivel nacional como local la estrategia del PRI, de esperar pacientemente los resultados para manifestarse públicamente, no resultó del todo adecuada y le causó cierto grado de incertidumbre a gran parte de sus simpatizantes, a diferencia de los partidos que sí siguieron el protocolo como el PAN y Morena, a pesar de que sus resultados quedaron muy por debajo de las expectativas que generaron.

Claro que una vez repuestos de las sorpresas, comunes a toda confrontación, son los números definitivos los que ponen a cada quién en su lugar, como sucede con el PAN que obtuvo los peores resultados en los últimos 25 años, según declaraciones de Margarita Zavala, aunque su dirigente Madero estuvo festinando que constituye la segunda opción del electorado, lo que puede explicarse por la división que le propinó Morena a la izquierda.

Un buen criterio de evaluación, más que el índice absoluto de ganados contra disputados, resulta de comparar los resultados con los del período anterior, para saber si hubo avance o retroceso. Mantener, por lo menos, lo que se tiene, resulta el primer criterio de eficiencia partidista.

En ese sentido, a diferencia de la alianza ganadora PRI-PVEM, el PAN ha sufrido un severo retroceso cuyo efecto tratan de contrarrestar, a nivel local, argumentando la retención de la alcaldía de Mérida, en su afán por soslayar su grave pérdida en el terreno Legislativo donde fueron incapaces de mantener sus posiciones, con cero triunfos  en las federales y tan sólo dos diputados estatales.

En una ecuación que ni siquiera los jerarcas del PRI soñaron alcanzar: PAN=  0 de 5 y 2 de 15, donde el dato relevante es que de las 7 diputaciones correspondientes a la ciudad de Mérida sólo pudieron ganar 2, una de ellas con diferencias estrechas.
Lo que demuestra que el voto diferenciado comienza a consolidarse como constante en la capital yucateca, como sucedió hace 3 años con el triunfo de Rolando Zapata y del alcalde panista.

Sobre las elecciones municipales, además de las ya tradicionales alternancias, las principales sorpresas (Progreso y Valladolid) estuvieron a cargo de Panal y Morena.          

Castigo a la eficiencia.- Lo cierto es que dada la eficiencia del PRI, al obtener 13 diputaciones  de mayoría, se quedó sin plurinominales, donde Víctor Caballero y Carlos Pavón ocupaban los primeros lugares.

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