Mentores apátridas

Haciendo un breve recorrido en el que se repasa las distintas concepciones en torno a la tarea de ejercer la enseñanza a lo largo de la historia...

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Haciendo un breve recorrido en el que se repasa las distintas concepciones en torno a la tarea de ejercer la enseñanza a lo largo de la historia de la educación, ha ido cambiando la manera de concebir y pensar de las personas dedicadas a impartir la educación básica del semillero de la nación.

El espíritu patrio del apostolado de la educación expresado por el abogado, escritor, educador y filósofo mexicano, José María Albino Vasconcelos Calderón -José Vasconcelos-, “el padre de la educación”, con el que plasmó el ideal de que los maestros mexicanos que debían fundir su propia patria como una relevante expresión de entrega y fervor.

El conspicuo educador mexicano dio una interpretación propia para llevar a cabo las líneas generales en materia de política educativa con obligatoriedad del Estado, impartida por los maestros de la educación para que, con la instrucción básica de la población en ciernes, se debiera circunscribir a la enseñanza de la lectura, la escritura, el civismo y la historia patria.

Lo que contraria a la historia en preámbulo del inicio del mes patrio, los mentores mexicanos otrora apóstoles de la educación, hoy se han convertido en “apátridas” con su actitud beligerante y recalcitrante, que sigue siendo la misma de ayer, hoy en día, solo que ha crecido de manera descomunal.

Así, de ese jaez, los mentores de Quintana Roo, no obstante, para “emular” a los mentores paristas de sus sindicatos con terminación “ente” en sus acrónimos-, docentes quintanarroenses partieron de esa misma lectura para recrear y dramatizar la misma obra escenificada por sus pares de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, ahora sin el espíritu del apostolado a cambio del actuar como “aplana calles”, porque en el transcurso del inicio de ciclo escolar abandonaron las aulas para tomar las calles.

Los maestros de Quintana Roo representan una obra en escena con tres actos diferentes, marchas y plantones, brazos caídos y, para dramatizar en el desenlace de la obra, amenazan con la parálisis de la enseñanza básica.

La enseñanza que se debía cumplir con su singular contrato laboral, y no como una muestra de terquedad con la que empiezan a pelear por sus derechos laborales y no pensar, a sí mismos, como base trabajadora de la educación con una muestra de entrega a la patria al impartir la educación con la que se comprometieron llevarla con responsabilidad y honorabilidad.

Y optaron por pasearse por las calles y plantarse en las plazas públicas –haciendo estruendosas bullas– que adoptaron las bases magisteriales como muestra de una secuela que corroe veneno cuan mortal cicuta, con lo que los maestros de Quintana Roo intimidan al “emular” el ejercicio que ha imperado en el DF, en lugar de pensarse a sí mismos, en los más diversos modos de su implicancia sobre la percepción pública de “ser o no ser” un verdadero maestro.

Si nos remitimos a los orígenes del trabajo del maestro en Quintana Roo, vemos que está vinculado al origen del magisterio del Estado y, en consecuencia, a la creación de sistema educativo nacional con la conformación de los saberes del campo pedagógico en bien de la sociedad y de la patria. 

Es ahí donde surge el sello con espíritu del apostolado de la educación -como llamó Vasconcelos-, que identifica al maestro como apóstol, como portador de normas y pautas de buenos comportamientos, de cualidades morales, poseedor de principios ligados al sacrificio, responsabilidad y entrega, en fin, todas esas cuestiones que hoy todavía forman parte de las interpretaciones sociales en torno al maestro, y no como ejecutor de males propiciando un culto a la ignorancia al abandonar las aulas para andar por ahí trotando por las calles.

Y este miércoles para variar miles salieron de nuevo a las calles, mientras las aulas permanecen desiertas en todo el estado cuando apenas inicia el ciclo escolar, afectando a miles de alumnos.

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