Nunca está de más recordar y rememorar los orígenes, saber de dónde se viene a veces permite saber a dónde se va.

Hace cuatro días conmemoramos 512 años de hispanidad, luego del encuentro de dos mundos. El encuentro entre dos razas, que pese a lo que muchos piensen no se dio al azar.

Producto de este encuentro se realizó el mestizaje, que no es otra cosa que la mezcla entre una raza y otra.

Por más que se quiera pensar en ese desgastado discurso de que los españoles vinieron a esclavizarnos o a conquistarnos, no se puede hacer a un lado el elemento español de nuestra sangre que corre en nuestras venas mezclados con la de los indígenas.

Cosa que no sucedió en la América anglosajona. En los Estados Unidos no hubo mestizaje, simplemente llegó el conquistador, y como depredador acabó con todo aquello que no representara parte de su cultura. Allá  no hubo mezcla.

Lo que no fue así desde México hasta la Patagonia. En la Argentina, en Venezuela, en Cuba y tantas otras naciones hermanas y con las cuales se comparte entre tradiciones y costumbres  también la lengua.

El surgimiento de una nueva raza, la Raza de Bronce, la Raza Cósmica, la que bien llamó José Vasconcelos, insigne educador de las juventudes de América. De las juventudes hispanas…